Capítulo siete; "Evidencia del revuelo".

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Victoria.

La imagen del morocho poniendo a reír a carcajadas a la más chiquita de la casa se reproducía en loop sin cansancio en mi cabeza, mientras me apoyaba en la heladera para no interrumpir su espacio.

El hecho de mandarla a dormir la siesta para tener un poco más de privacidad había fallado; ella apenas notó que el enojo de su papá había cesado, se apareció en la cocina para recibir un poco de su atención y al ratito ya se amigaron de nuevo.

Ahora, Gaia se colgaba del cuello de su papá cual koala, mientras jugaban a un absurdo veo veo que tenía de consecuencia los retos que ella planificaba con antelación para ambas partes.

—La cuchara. —soltó Mateo, señalando la nombrada para tratar de adivinar el objeto de color marrón que la chiquita planteaba.

—No, ¿te rendís? —indagó, arqueándole una ceja.

Se me hacía imposible pasar de largo la cara de enamorado que tenía el morocho. La iba a ojear de tanto que le sonreía.

—Me rindo. —asintió, frustrado, dejando algunos besos en su mejilla. Se notaba que mucho no podía contenerse.

Yo aproveché la distracción de ambos para sacar mi celular del bolsillo, y antes de que la situación empeore, busqué el contacto de mi mejor amiga para que me auxilie.

"amiga estas?puedo llamarte?" escribí juntando mis pulgares.

—¡Mis zapas, papá! —exclamó, obvia, y tuve que morder mi labio inferior cuando vi ese ataque malicioso de cosquillas que el morocho le dio por aquella trampa.

—¡Eso marrón es mugre, tramposa! —soltó, indignado, y eran tantas las carcajadas de la más chiquita, que se le hacía imposible justificar su respuesta.

En cuestión de segundos una videollamada entrante a mi celular me sacó de mi ensoñación, y agradecí a mi mejor amiga por haberme sacado de esa situación cuando noté la mirada penetradora del morocho. Mis ojos ya se habían vuelto algo nublados.

Amiga, ¿estás bien? —indagó mi mejor amiga apenas deslicé el botón verde para encerrarme en el baño.

Apoyé mi celular como trípode en el lavamanos, y mis codos se acomodaron en el borde para refregar con desespero mi rostro.

Del otro lado, la imagen de Ariana me demostraba la preocupación se cargaba.

Contestame, Vi.

—El vínculo de Mateo con la hija me revuelve todo. —suspiré, teniendo que apretar mis ojos para derramar todas las lágrimas que me estaba guardando en el living.

Acto seguido, tuve que cerrar mi boca con fuerza para soltar un contenido sollozo y en cuestión de segundos el cuerpo me empezó a cobrar factura; la ansiedad de a poco se estaba haciendo presente.

Pero me dijiste que te ibas a ir de ahí para evitarlo, amiga, ¿por qué te quedaste? —chistó su lengua, algo apenada. Yo solté un pesado suspiro, y abrí la canilla de agua fría para tratar de recomponerme.

Sentía un vacío horrible en el pecho.

Porque me pidió que le cuente lo que estaba pasando, pero justo se levantó Gaia y no tocamos el tema. —respondí a medida que el agua mojaba mi rostro de a salpicones.

Desde el rabillo del ojo, podía notar que ella se movía de una habitación de la casa a otra, como si escapara de alguien para hablar más tranquila. Fue así que mi ceño se frunció con algo de confusión, y le dejé el espacio para hablar antes de interrogarla.

cobarde; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora