Mateo.
—¿Entonces cómo tenés que hacer si un nene te molesta? —preguntó Daniel, ayudando a la chiquita a cruzar un charco de agua mientras la sostenía de su mano.
Ella hizo un fuck you con su manito libre sintiéndose orgullosa de lo aprendido, y yo chisté mi lengua con molestia.
—No le enseñes esas cosas que después me llaman a mí porque la nena la anda pudriendo en el jardín, pajero. —me quejé en cuanto llegamos a la puerta del lugar nombrado, y me puse de cuclillas frente a ella para acomodarle el guardapolvos—No le hagas caso a tu tío, ¿estamos? Si un nene te vuelve a molestar le decís a la seño. —enseñé acomodandole la mochilita, y ella asintió como si fuese a obedecerme.
Suspiré en cuanto su cuerpito me abrazó con fuerza por el cuello.
—Te amo. —murmuró contra mi piel, con aquella vocesita dulce que tanto me sana el corazón, y sonreí débil apretujándola suave contra mi cuerpo.
—Yo a vos, princesa.
—¿Hasta dónde? —dudó, y reí leve mientras desde el rabillo de mi ojo veía como sus compañeritos iban entrando al jardín.
Mi amigo, a metros de distancia, esperaba sin molestar demasiado.
—Hasta el universo. —murmuré sobre su oído cual secreto de confesión, y sus ojitos se abrieron de par en par con sorpresa.
—¡Eso es un montón, así! —exclamó, abriendo sus brazos para demostrar la grandeza. Yo reí con levedad, y asentí con mi cabeza.—¿Hoy me venís a buscar vos? —indagó, ilusionada, permitiéndome ver sus pupilas brillantes como dos faros de luz.
Fue en ese momento que se me vino el mundo abajo en cuestión de segundos, y quedé sin palabra alguna para responderle. La cara de ilusión que me mostraba Gaia estaba actuando como una daga punzante en mi estómago.
—Yo no puedo, amor, pero...
—¡¿Por qué no?! —chilló, dando saltitos de capricho en su lugar mientras amenazaba con llorar frente a mis ojos. Estaba siendo el peor método de tortura.
—Bajá la voz, hija, ¿me podés escuchar un segundo a mí? —pedí, con paciencia, tomándola de las manos para mantenerla quieta en el lugar. Ella lo único que hacía era tratar de zafarse de mi agarre con enojo, y llorar con exageración provocando que las lágrimas no tarden en humedecer su rostro.
Desde el rabillo de mi ojo busqué la silueta de Daniel con algo de desespero, y fue así que él no tardo un puto minuto en acercarse para tratar de ayudarme.
El trabajo diario de mis amigos cada vez que me siento el peor padre del mundo.
—¿Qué pasa, pipina? Tranquila. —la contuvo él, poniéndose de cuclillas para quedar a su altura.
Tomándola del bracito sin una sola gota de fuerza implementada, provocó que mi hija se acerque con desespero a su cuerpo y se oculte en su cuello para esquivar mi silueta.
Me empezaron a picar los ojos.
—No lo quiero ver. —masculló con su voz mocosa, sacando un bufido de decepción de mi boca. Ya no sabía como carajos sentirme.
—Te voy a venir a buscar yo, Gai, ¿no querés merendar con tus tíos? —planteó, sobando su espaldita por debajo de su mochila. Yo solo me tapaba el rostro y lo refregaba con frustración.—Me dijeron que te extrañan un montón, si queres podemos venir todos juntos a buscarte. —planificó, provocando que ella desentierre su rostro de manera repentina, y vuelva una débil sonrisa de ilusión en su semblante.
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cobarde; trueno.
Fiksi PenggemarC| "La cobarde fuiste vos por dejarnos solos cuando más te necesitábamos". Donde Mateo tiene que afrontar una nueva etapa de su vida, que lo cambiaría todo por completo. En consecuencia, la mujer a quien más necesita, le soltó la mano en el proceso...