Prólogo

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Nadie podría estar mas rotó que Kayden Rivers. Y lo se por que lo veo. Lo veo a él tendido en el piso, sin poder parar de llorar, desgarrado de dentro hacia fuera.

Y me veo a mí, frente a él, sin saber que decirle, sin saber como apoyarlo. Un "todo esta bien" no sirve, esas frases nunca confortan a nadie.

Tal vez porque están diseñadas exactamente para eso. Han perdido el significado de tantas veces que han sido dichas a lo largo de los siglos.

"Todo esta bien"

"Tranquilo, se va a resolver"

"No te preocupes."

Todo eso es mierda.

Los hermosos ojos azules de Kayden están inundados por las lágrimas, hinchados. Sus mejillas parecen dos pequeñas manchas de pintura. Me duele el pecho al verlo.

–Deberíamos salir. – digo de golpe, y él se sorprende, mirándome como si estuviera loca.

–Esta lloviendo. – dice, deteniéndose un momento de llorar para contemplarme.

–Por eso.

Gira su cabeza hacia el piso, ignorándome.

–Dicen que la lluvia cura la tristeza.

–¿Quién dice?

Me encojó de hombros, mirando al suelo, ahora yo a punto de llorar.

–Mi mamá solía decirlo.

Kayden se para inmediatamente después de eso y camina hacia mi, tomando mi mano. Me jala hasta la puerta y la abre, revelando la lluvia torrencial de esta tarde.

Y me empuja hacia la lluvia.

Siento como cada gota me empapa y resbala por mi cuerpo. Cierro los ojos suspirando. El agua es tan fría, pero hay algo tranquilizador en ella. Pacifico. Abro los ojos para mirar a Kayden.

Él los tiene cerrados y la boca abierta, recogiendo el agua con su lengua. Sus lágrimas se confunden con la lluvia, se esconden. Eso es lo increíble de la lluvia.

Nuestras manos siguen unidas y él abre los ojos y me mira.

–¿Mejor? – le preguntó fuerte.

–Siempre es mejor contigo.

Puedes Llorar, Yo te SostengoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora