¿Porqué a mí?

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Dicen que cada quien tiene su propia manera de superar su luto. Tal vez la forma de mi papá es llorar en la habitación de invitados hasta que sufra de deshidratación. La de Jeremy puede ser ahogarse en alcohol y jugar Xbox 360 doce horas seguidas.

Y la mía...

Supongo que aún no encuentro la mía.

Mamá decía que uno no puede ser feliz sin sufrir. ¿Por eso murió? ¿Para pagar su felicidad? O tal vez nunca fue feliz.

No era como si ella me prefiriera a mi. Siempre fue todo sobre Jeremy. No es que la culpe, mi hermano tiene algo de estrella en el. Pero por las noches, cuando ella volvía de su trabajo en bienes raíces, al primero que cargaba y hacia volar por los aires era a él. Al que le traía los chocolates caros de las tiendas era a él. él la tenia en sus partidos de beisbol y presentaciones en la escuela.

Mi mamá nunca quiso una princesa. Ella siempre quiso un superhéroe. Jeremy era el superhéroe. O al menos eso fue lo que siempre pensé yo.

Tal vez por eso no siento nada. Jeremy no puede ni siquiera decir el impersonal "falleció" sin derramarse en lagrimas. Yo he pronunciado la palabra "muerta" veinticinco veces. Si, las he contado.

Así de enferma estoy.

Es lunes. Hoy volvemos a la escuela.

Papá esta tomando café y mirando el periódico. Sus ojos azules hinchados y rojos, su rostro sin ni un solo gramo de grasa.

–¿Vas a volver a trabajar? – pregunto a forma de saludo cuando bajo a desayunar.

–No... – su voz titubea, sus ojos no me miran. – Creo que necesito un poco mas de tiempo.

Saque el cereal y lo serví con leche. Después, me senté frente a el.

–Los vecinos trajeron lasaña.

No respondió.

–Ya sabes, la lasaña de la señora Dobson es genial. – seguí, revolviendo ociosamente mi cereal.

Pasó una pagina, entrando al área de deportes. Sus ojos leyendo sin detenerse ni un segundo, mirando los títulos como si su entera existencia dependiera de ello.

Jeremy bajó saltando las escaleras, su cabello era un desastre y parecía que acababa de salir de la cama.

Nos miró, las ondas de tensión llegando a su ser. Frunció la boca y negó con la cabeza.

Se acercó al refrigerador y sacó una cerveza. Vino hacia nosotros y la puso sobre la mesa. Luego la empujó hacia mi papá.

Entonces él si miro fuera del periódico.

–Gracias. – susurró mi papá, tomando la cerveza.

–Cuando quieras, viejo. – le aseguró Jeremy. Luego tomó las llaves del auto que estaban sobre la mesa y me miró. – ¿Nos vamos?

Quise azotar la silla, pero no me serviría de nada.

Íbamos a la escuela publica, mamá había tenido algo en contra de las privadas. Ella decía que era una muestra de la discriminación actual. Nunca lo entendí realmente. ¿Sería genial, no? Ir en esas escuelas en donde llevas tu falda a cuadros y tu chaleco tejido, tus calcetas verdes. Como en Gossip Girl.

Jeremy estacionó en el lugar mas alejado del estacionamiento. Apagó el auto y suspiró, luego me miró. Aquí venía.

–Si te sientes mal sal. – me dijo, mirando ahora al frente con fiereza. – No les importara. Si quieres volver a casa llámame, ¿vale?

Puedes Llorar, Yo te SostengoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora