6. Entre notas y melodías

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"Entre notas y melodías"

—¿Sabes que no pasa un día sin que menciones a Violeta? —comentó Ruslana, con una sonrisa divertida, mientras pasaba las páginas de una revista sentada en el sofá de su piso compartido. Chiara, como siempre, estaba mirando el Instagram de Violeta, viendo las últimas fotos que había publicado. Una de ella en la playa, otra en su estudio, otra en pleno concierto, con esas luces que la hacían parecer una diosa.

Chiara dejó escapar un suspiro.

—No lo puedo evitar. Es... perfecta —murmuró, absorta en la pantalla del móvil.

Ruslana rodó los ojos, aunque con afecto. Hacía meses que Chiara estaba en ese estado, completamente cautivada por la cantante.

—Ya lo sé, ya lo sé. Tiene la voz de un ángel, una melena de fuego y tú estás enamorada hasta las trancas —dijo Ruslana, intentando imitar la voz de su amiga mientras se levantaba y se acercaba a la cocina a por un vaso de agua.

—No estoy enamorada —se defendió Chiara, algo sonrojada—. Solo admiro su talento.

Ruslana soltó una carcajada al escuchar aquello.

—¿"Admiro su talento"? —repitió, con incredulidad—. Llevas tres meses escuchando el mismo disco en bucle y no puedes dejar de hablar de lo perfecta que es. Eso no es admiración, cariño, eso es estar pillada hasta las trancas.

Chiara suspiró, dejando caer el móvil sobre la mesa, sintiéndose un poco vulnerable al admitirlo, aunque fuera en silencio. La verdad era que sí, estaba bastante atrapada por todo lo que tenía que ver con Violeta, y no solo por su música. Había algo en ella, algo que la hacía sentir conectada de una manera que nunca había sentido por nadie.

—Bueno, tal vez un poquito —murmuró, encogiéndose de hombros.

Ruslana sonrió, viendo la confesión en los ojos de su amiga.

—¿Por qué no le escribes? —preguntó Ruslana, como quien sugiere algo sencillo—. Tienes Instagram, ella tiene Instagram, es un paso lógico.

Chiara abrió los ojos como platos.

—¿Estás loca, Rus? ¡Es una estrella! —protestó—. ¿Qué le voy a decir? "Hola, soy una fan más, pero me tienes completamente embobada y no puedo dejar de escucharte y mirarte". Sí, claro, como si fuera tan fácil.

Ruslana levantó una ceja, apoyándose en la mesa de la cocina.

—No tienes que decirle que estás obsesionada con ella. Le puedes escribir algo normal, algo sencillo. "Me gusta mucho tu música" o "Eres increíble en el escenario", ya sabes, algo que no te haga parecer una acosadora.

Chiara negó con la cabeza, sus mejillas aún más rojas que antes.

—No. Ni loca. Soy una chica cualquiera, y ella es... bueno, Violeta. Ni siquiera lo verá.

—O puede que sí. Puede que justo lea tu mensaje entre miles y piense: "¡Oh, esta chica es interesante! Voy a invitarla a un café y nos enamoraremos perdidamente" —Ruslana gesticuló con exageración, disfrutando de su propia parodia.

—Eres imbécil —respondió Chiara, lanzándole un cojín.

—Solo digo que, si no lo intentas, nunca lo sabrás —dijo Ruslana, esquivando el cojín con una risa.

Chiara se hundió en el sofá, pensativa. ¿Y si Ruslana tenía razón? Claro, había pocas probabilidades de que Violeta leyera su mensaje, pero si no lo enviaba, las probabilidades eran nulas. Sin embargo, la idea de hablar con ella directamente la ponía nerviosa. Violeta no era solo una estrella. Para Chiara, era como una especie de musa. Un sueño lejano, inalcanzable.

ENTRE LA LUNA Y TÚ (one shot Kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora