5. Entre coronas de cristal y estrellas

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"Entre coronas de cristal y estrellas"

-¿Lecciones de etiqueta para jóvenes nobles? -bufó, lanzando el libro a un lado-. Como si necesitara aprender más cosas.

Violeta siempre había sido una niña arrogante. Como única hija de los reyes, a sus doce años estaba acostumbrada a ser el centro de atención y a que todo el mundo la tratara con respeto y reverencia. Eso, claro, la había hecho un poco repelente, aunque nunca se lo habían dicho a la cara. ¿Quién se atrevería?

Sin embargo, aquel día, el palacio iba a recibir a alguien que sí se atrevería.

-Violeta, querida, baja al patio -llamó su madre, la reina Adelaide, desde el pasillo-. La nueva cocinera ha llegado con su hija, Chiara. Quiero que la recibas.

-¿Una cocinera? -replicó Violeta, arrugando la nariz-. ¿Y qué tengo que ver yo con eso?

-Violeta... -el tono de su madre era suave pero firme, y Violeta sabía que no podía desobedecerla.

Con un suspiro de exasperación, la joven princesa se levantó, alisándose el vestido azul pálido que llevaba y caminó hacia el patio con la actitud de quien está a punto de enfrentarse a algo profundamente molesto.

En el patio, Emma, la nueva cocinera del palacio, estaba descargando algunas de sus pertenencias de un carro, ayudada por los sirvientes. Chiara miraba el castillo con una mezcla de curiosidad y asombro, pero en cuanto vio a Violeta acercarse, una sonrisa juguetona apareció en su rostro.

-Ah, ahí viene la princesa -murmuró con una reverencia exagerada hacia su madre-. ¿Debería hincar la rodilla en el suelo? ¿O simplemente tirarme al suelo y rogar clemencia?

Emma le dio un leve toque en la cabeza con una sonrisa.

-Compórtate, Chiara. No estamos aquí para meternos en problemas.

Chiara se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.

-¿Problemas? Yo nunca me meto en problemas, madre.

Violeta llegó justo en ese momento, mirándolas con una mezcla de desdén y curiosidad. Se detuvo frente a ellas, claramente esperando que se inclinaran o hicieran algún gesto de respeto. Emma, siendo educada y consciente de su lugar, hizo una reverencia ligera.

-Su Alteza -dijo con respeto-, es un honor trabajar para usted y sus padres. Mi nombre es Emma, la nueva cocinera.

Violeta apenas le dedicó una mirada a Emma antes de que su atención se centrara en Chiara, quien seguía mirándola con una sonrisa descarada en el rostro.

-Y tú debes ser... -Violeta levantó una ceja, claramente esperando que Chiara se presentara con la debida reverencia.

-Chiara -dijo la niña sin moverse ni un milímetro, mirando a Violeta a los ojos con una audacia que desconcertó a la princesa-. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

Los ojos de Violeta se abrieron de par en par, incrédula ante la impertinencia.

-¿No sabes quién soy? -respondió con una mezcla de incredulidad y enfado.

-Oh, claro que sí -dijo Chiara con una sonrisa pícara-. Eres la princesa Violeta, la hija de los reyes de Liria, la que siempre tiene ese aire de... ¿cómo decirlo? Como si acabara de oler algo malo.

Emma soltó un leve suspiro, mientras Violeta apretaba los labios, claramente irritada.

-¿Cómo te atreves a hablarme así? -dijo, cruzándose de brazos.

Chiara se encogió de hombros, sin mostrar el más mínimo arrepentimiento.

Violeta estaba furiosa. Nadie, absolutamente nadie, se atrevía a hablarle de esa manera.

ENTRE LA LUNA Y TÚ (one shot Kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora