capituló 10: Sueño

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Inuyasha bostezó mientras caminaba hacia el campo de fútbol, ​​su entrenador le hablaba al equipo. Inuyasha podía escuchar sus gritos de ira desde allí, y parecía que apenas estaba empezando. El equipo parecía asustado, Inuyasha mismo estaba un poco intimidado por el demonio que se desencadenaba fácilmente. Sin embargo, cuando las miradas comenzaron a girar en su dirección, los gritos de ira se detuvieron. El entrenador se dio la vuelta y entrecerró los ojos cuando vio que le faltaba la pupila.

-¡Inuyasha! -gritó el entrenador cuando Inuyasha estuvo lo suficientemente cerca, y éste se detuvo a unos cuantos metros de él. Inuyasha no sabía qué decir, pero su entrenador sí.

-Tu padre me informó de tu ausencia, pero eso no es excusa para dejar al equipo con un hombre menos -gritó su entrenador la última parte, mientras Inuyasha miraba hacia otro lado con el ceño fruncido. Inuyasha sabía que podía seguir jugando al fútbol si realmente quería, pero lo había pensado durante unas largas horas en silencio mientras Sesshomaru dormía.

¿Y si concibiera y nadie se enterara y se lastimara accidentalmente? Inuyasha no sería lo suficientemente fuerte para soportar un aborto espontáneo. Al principio no le importaron las consecuencias, pero Inuyasha se detuvo a pensar. Cuando se vio en un espejo, vio su marca de apareamiento, se tocó el estómago con la mano. ¿Realmente podría poner en peligro la vida de su cachorro?

El fútbol de los demonios no se parecía en nada al fútbol de los humanos, y con frecuencia la gente resultaba herida hasta el punto en que sus habilidades curativas naturales parecían inútiles. ¿Realmente podría hacerle eso a su cachorro? Inuyasha suspiró suavemente, mirando a su entrenador.

-Dejo el equipo, entrenador. -La mandíbula de su entrenador cayó al suelo, todos sus compañeros de equipo parecían sorprendidos y conmocionados. Inuyasha amaba el fútbol más que nada, y era el jugador más duro. Inuyasha había asistido a todos los entrenamientos, a todos los partidos hasta hace poco, e hizo más por el equipo que el entrenador, y cada compañero de equipo estaba agradecido por su amabilidad oculta.

Inuyasha era parte de la manada.

Pero ahora les preguntaba si podía irse.

-¿Qué...? ¿Qué...? -balbuceó el entrenador, Inuyasha sintió en su corazón el dolor que intentaba ocultar. Había vivido muchos años, y ser parte de una manada, tener amigos como sus compañeros de equipo, jugar al fútbol siempre había sido el sueño de su vida.

Pero tuvo que renunciar a él por uno más grande.

-Pensé que debía pasar a decírtelo -se quejó Inuyasha, el entrenador todavía en estado de shock. Sin embargo, levantó la mandíbula del suelo, Inuyasha juró que intentaría golpearlo por la mirada en sus ojos. Jadeó cuando lo atrajeron en un abrazo repentino, el entrenador lo empujó tan rápido como lo había agarrado. Inuyasha estaba sorprendido, su entrenador frunció el ceño mientras se inclinaba ligeramente.

-Fue un placer tenerte en nuestro equipo, Inuyasha. -Inuyasha observó a los otros compañeros de equipo inclinarse, las mismas palabras saliendo de sus labios.

"Fue un placer tenerte en nuestro equipo, Inuyasha".

Inuyasha le devolvió la reverencia, pero no dijo nada. Se dio la vuelta y comenzó a alejarse, pero el llamado de su nombre lo detuvo. Su entrenador seguía frunciendo el ceño mientras caminaba hacia su bolso, arrodillándose para abrirlo. Sacó un pequeño trofeo y caminó hacia Inuyasha. Se lo entregó, Inuyasha miró hacia abajo al balón de fútbol pintado de dorado colocado en una plataforma. La placa era negra, con grandes letras doradas decorándola.

Amor de cachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora