Capítulo 4

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Heung-Min estaba a un mensaje de Cristian de entrar en un colapso mental.

Se encontraba en medio de una pelea sin sentido entre dos niños, donde uno enviaba miles de regalos diarios para ganarse el perdón, y del otro lado, su hija, que, aunque le brillaban sus ojos cada vez que se acordaba del argentino, continuaba sin querer hablarle o verlo en la casa.

Todo porque, de un segundo a otro, había llegado a la conclusión de que Cuti era una persona violenta y les podía hacer daño.

Realmente, Sonny no comprendía lo que estaba sucediendo, porque ella adoraba, alababa y defendía cualquier actitud de Cristian. El era una especie de dios para la menor.

Cansado de las idas y vueltas, decidió juntarlos de una vez por todas para hablar.

Así que ahí estaban los tres en la casita de madera de la niña, rodeados de juguetes y recuerdos de la infancia, tomando te con galletitas de chocolate, en tazas de porcelana con diseños de unicornios.

Ambos adultos estaban sentados en el piso, incomodos y en una mala posición, tratando de evitar que sus piernas se tocaran o quedaran encima del otro a causa del espacio estrecho. Hwan era la única que estaba sentada en su diminuta silla, con su espalda recta y sus manos entrelazadas mirándolos seriamente como si fuera la reina de ese pequeño reino y ellos sus plebeyos.

—Bueno, por lo visto ninguno quiere comenzar — dijo Sonny fastidiado, encima que intentaba ayudarlos, no parecía que estuvieran dispuesto a colaborar por la causa. — ¿Corazón, cuales son los motivos por el cual estas enojada con Cris?

La indiferencia de la pequeña del grupo, provoco que Cristian abandonara su postura neutral y buscar por el mismo una explicación.

—Señorita One, su falta de interés — apoyó la taza de unicornio en la mesa rosada con dramatismo — me hace daño. No hice nada malo para ganarme su desprecio.

—Usted... ha dejado de agradarme — respondió manteniendo su postura firme, aunque se notaba en sus ojos que tenía ganas de llorar.

—Al menos deme la oportunidad de ganarme su cariño nuevamente.

—No puedo, yo amo a mi papá y debo cuidarlo porque... —la voz de la niña se convirtió en un murmullo —el solo me tiene a mi.

—Nunca lo lastimaría, a ninguno de los dos — agregó totalmente convencido de lo que decía.

—Si lo hace, le grita y eso no es lindo.

—Corazón — Heung-Min acarició el cabello de su hija, conmovido de escucharla hablar con tanta madurez para su corta edad— me gustaría saber en que momento Cris me hizo daño.

—La otra vez— Hwan sollozo ante el recuerdo— en el partido, me dio miedo verlo enojado gritando y el tío Dele...

—¡Ah, bueno! —el coreano apretó con fuerza la pierna de Cristian, obligándole a callar— ¿Y ahora que hice?

—Estamos intentando solucionar un problema a la vez— le dijo entre dientes.

—Señorita One — el cordobés volvió a meterse de lleno en su papel conciliador, mientras extendía su mano en su dirección — ¿Qué tengo que hacer para que me conceda su perdón?

Cristian primero arreglaría el problema en el que fue metido por un hijo de puta que al parecer no soportaba verlos siendo felices, y después tendría una "amable" conversación con ese infeliz.

Hwan, como si hubiera estado esperando ese momento en sus cortos siete años de vida, saco una lista escrita de su puño y letra.

La miró con determinación y comenzó a leer:

TARJETA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora