Señal GPS restaurada

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Mientras el caos y el miedo envolvían la casa, Oriana conducía su pickup por un estrecho camino de montaña, el motor rugiendo en medio de la soledad.

 El cielo se había vuelto gris y amenazante, como un reflejo de su propio estado de ánimo. Subía con determinación hacia un lugar que conocía bien, un sitio llamado el Parque de la Presa. Allí, entre las montañas, había una enorme presa, un coloso de hormigón donde el agua fluía con una fuerza imparable, como dragones enfurecidos.

Oriana sentía que sus manos temblaban un poco al volante, pero no tenía tiempo para el miedo. Sabía que aquel lugar remoto era su única oportunidad de recuperar la señal GPS. 

Desde el pequeño aparcamiento cerca de la presa, podía conectar su móvil a los satélites y descubrir dónde estaba Samuel. Había demasiadas preguntas sin respuesta, y las pocas pistas que tenía apuntaban a algo más oscuro de lo que se atrevía a imaginar.

Cuando llegó al aparcamiento, apenas había espacio para dos coches. 

El sonido del agua golpeando las rocas a lo lejos llenaba el aire, un eco salvaje y constante. Oriana se estacionó, apagó el motor y se quedó en silencio un momento. Todo el lugar tenía una atmósfera densa, cargada de tensión. 

Parecía casi el preludio de algo grande, algo peligroso.

Sacó su móvil y encendió la pantalla. Nada. Sin señal.

—Vamos, por favor... —murmuró entre dientes, levantando el móvil al cielo, como si aquello pudiera acelerar el proceso.

El viento empezó a levantarse, frío y cortante. Oriana sintió una punzada de angustia mientras caminaba hacia el borde del mirador. 

Desde allí, la vista de la presa era imponente, pero ella no estaba allí para admirar el paisaje. De pronto, el móvil vibró en su mano.

Señal GPS restaurada.

El corazón de Oriana dio un vuelco. Empezó a revisar frenéticamente la localización de Samuel, siguiendo los datos que había estado recopilando. Finalmente, lo encontró. Estaba en un lugar inesperado, en una zona industrial al otro lado de la ciudad. Un sitio que no le traía buenos recuerdos. Pero ahora no importaba.

Mientras el rugido del agua seguía a su alrededor, Oriana sabía que no podía perder más tiempo. Si quería proteger a Paulina y a ella misma, necesitaba encontrar a Samuel, descubrir qué estaba tramando y, lo más importante, por qué estaba involucrado con Fran después de todo lo que había pasado


DONDE SE ESCONDEN LAS MARIPOSASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora