Capítulo 5

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La chica sigue llorando, aún colgada de mi cuello y lo único que puedo hacer es abrazarla.

Se aleja de mí, al pasar unos cortos segundos, limpiando las lágrimas que bajaban por sus mejillas.

— Perdóneme.

Me dice con la voz baja y apagada.

— No se preocupe — le sonrió. — Sí no es molestia... puedo preguntar ¿quién te encerró?

— Una de las empleadas con las que trabajo.

— ¿Te dijo porqué lo hizo?

— Yo los atendí, entonces yo debía terminarlo de hacer... Pero ella quería atenderlos.

Me recuesto contra el lavamanos qué está detrás de mí, ¿qué les pasa a las personas para llegar a éstos extremos?

— Te recomiendo... Que hables con tu supervisor o jefe.

— Eso haré... Muchas gracias.

— Con gusto.

Ella sale del baño, pero yo me quedo mientras retocó mi maquillaje nuevamente, hecho ésto salgo del baño.

Camino hasta llegar dónde Liam de nuevo.

— Perdón, ocurrió algo.

Digo mientras tomo asiento.

El perfume de Liam entra por mis fosas nasales tan ricamente que me hace suspirar.

Sus preciosas pupilas se posan sobre mí, detallando cada parte de mi rostro, tratando de descifrar si algo grave pasó.

— Mi hermana se ha desocupado... Vamos donde ella.

— Bueno.

Solo se limita a decir y se levanta de su asiento, siguiéndolo yo, detrás.

Pasamos por una puerta donde dice “Solo personal autorizado” y al otro lado se encuentran tres habitaciones y una gran sala, volteamos a la derecha y nos topamos con la segunda habitación, él entra sin avisar.

En la mitad del cuarto, hay una gran mesa y detrás de está, una mujer hermosa, con una belleza inimaginable.

Salida de un cuento de princesas y ella definitivamente es la protagonista principal, su piel blanca como las nubes y tan suave como el algodón, su cabello largo hasta los codos, el color negro natural creciendo desde la raíz y decolorado desde ahí en varias tonalidades, entre ellas; rojizo, anaranjado y café, haciendo de su cabello un lienzo con trazos de color fino.

Un cabello bien cuidado, brillante  y suave.

— ¿Liam? — levanta la vista ya que estába mirando unos papeles — No avisaste que vendrías. ¡Que sorpresa!

Se levanta del asiento y camina con pasos apresurados hasta dónde se encuentra Liam, abre los brazos de par en par y lo abraza fuertemente.

Él corresponde su abrazo de igual manera.

— ¿Cómo has estado? ¿Comes bien? ¿Sigues trabajando tanto? Tienes unas ojeras...

Lo bombardea con pregunta tras pregunta, con sus manos sobre el rostro de él, normal de una hermana mayor preocupada por su hermano.

No es irrelevante que los dos ya son todos unos adultos responsables con sus propios problemas, seguirán siendo hermanos hasta el final de sus días.

La hermosa mujer posa su mirada sobre mí, viendo por encima del hombro de Liam, es bastante alta.

— Vaya ¿ya con hijastra?

— No es mí hijastra.

Mencionan haciendo que el color rojo suba a mis mejillas de golpe. A estás alturas ni yo se lo que soy de Liam... ¿Una amiga? Quizás.

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