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Tus cicatrices son un arte, fueron quienes te devolvieron la vida.❞
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Amanda sostenía demasiadas cicatrices en su delicada piel, sin contar los cientos de pinchazos de aguja que se había causado a si misma cuando era drogadicta

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Amanda sostenía demasiadas cicatrices en su delicada piel, sin contar los cientos de pinchazos de aguja que se había causado a si misma cuando era drogadicta.

A pesar de que delante de los demás simulaba que las cicatrices mal curadas de sus brazos no le interesaban, la putrefacta realidad es que era una persona activamente insegura.

— Entonces. . .¿Qué estás haciendo?— Su voz era neutra, dudosa, sin saber realmente cómo preguntar el hecho de que Bubba había arremangado los brazos de su capa rojiza, pareciendo inspeccionar las cortadas que se infligía para aliviar el dolor de su mente.

Young solía encontrar un pasatiempo en su taller, ajustando sus trampas y dibujando nuevos mecanismos de defensa que pudieran servirle en un partido, no era extraño que el caníbal interrumpiera en su reino cada día.

En la actualidad tomando asiento en el frío suelo pavimentado, sus piernas se encuentran cruzadas, en su regazo yace la infame y conocida máscara de cerdo dejando al aire su cabello recogido en un moño desastroso, con ello, su rostro.

Él alza su mano, temeroso de que pudiera lastimarla gracias a su fuerza inhumana y la coloca sobre la mejilla de Amanda, quién se estremece ante el tacto sin estar realmente acostumbrada, de alguna manera siente náuseas pero no objeta.

Los dedos anchos delinean las cicatrices en sus mejillas, ¿Cómo olvidarlas? Tantas pesadillas, tantas alucinaciones donde esa maldita trampa de osos invertida le destrozaba la mandíbula.

Tantas inseguridades.

— Es irónico, la misma trampa que me causó estás cicatrices es la misma trampa que utilizo para. . .— No termina la frase, ¿Asesinar? Ella no era una asesina, solo cumplía la ideología que Kramer le inculcó.

No era una asesina.

Su vista expectante vacila cuando se encuentran con los ojos intrigados de Sawyer, solo abandona pequeños ruidos insatisfechos; similar a un párvulo realizando un puchero.
Sin embargo cuando quiere dejar el tema, él se acerca y roza la boca de su máscara con la cicatriz de su mejilla.

¿Era un beso?
Por supuesto, sus labios a duras penas hacen contacto con su cicatriz poco perceptible, y lo único que puede sentir es el incómodo material humano de su máscara frotando contra su piel pálida y no obstante; no evita que se avergüence lo suficiente.

Ver la expresión de sorpresa de la cerda es suficiente recompensa para hacer el intento de besar su otra mejilla donde guardaba su otra marca. Sostiene sus brazos juntos con delicadeza, en sus ojos cafés se refleja la pasión de una obra de arte.
Con cuidado inclina su cabeza para repetir el mismo proceso y abandonar castos besos en las cortadas desarrolladas por su depresión.

A pesar de que Bubba era incapaz de formular una conversación, conocía los movimientos para demostrarle a Amanda que sus cicatrices eran solo una parte de su etérea beldad.

¿Alguna vez Amanda fue vista como algo precioso? Lo más cercano a un halago fue cuando Adam pronunció su gran apodo: "Estrella de Rock."

Adam. . .

De un ágil movimiento se coloca de pie con la cabeza de cerdo entre sus manos, no tarda en colocarsela y caminar a alguna parte sin rumbo, lejos de él.
Bubba balbucea con la intención de detenerla, pero ella no lo hace.

En el suelo, su expresión se torna desolada, triste y decepcionada.

¿Había estado mal lo que había hecho? ¿Amanda estaba enfadada con él? No le agradaba en lo absoluto que ella se molestará con él, le hacía entrar en un conflicto y por ende un sentimiento de opresión se colocaba en su cuerpo, lo repudiaba.

Mientras tanto Young solo tenía en mente una cosa; la calidez de las manos de un homicida en sus cicatrices, mismas que día a día eran un recordatorio despiadado de cuántas veces había desperdiciado su vida.
  Siquiera John había acariciado sus feas marcas con tanta ternura cuando le había invitado a unirse a él.

— Vete a la mierda Hoffman.— Una risa sádica y amarga se desliza de su Ser, recordando cuando el maldito detective se había burlado de sus heridas.
¿Quién diría que alguien encontraría atractivas sus cortadas? ¿Quién diría que cada vez que la gente le miraba mal por esas marcas, había unos oculares ingenuos detrás de una mascarilla humana mirándole con suavidad?

Suspira de manera ruidosa e irritada, insoportable. Más tarde compensaría el mal trato que le había dado a el carnicero.
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· - ̗̀๑ ƚнꫀ ριg 𝘤αи𝗻ỉ𝗯αʅ.︕︕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora