──── El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien chapter ten, omnisciente pov
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─── Era la tan esperada noche de juegos, un evento que había comenzado como una simple reunión entre amigos y se terminó transformando en una tradición. Jacob, emocionado, había tomado las riendas de las organización, asegurándose de que todos estuvieran listo para una noche increíble e inolvidable.
Jacob se levantó con una copa de vino en la mano, mirando a todos con una sonrisa risa amplia.
—¡Bienvenidos a la noche de juegos!— dijo Jacob, anunciando— Hoy nos divertiremos, haremos nuevas alianzas y, lo más importante, ¡hay premio para los ganadores!
El resto del grupo aplaudió y animó, mientras Nicholas se acomodaba en su asiento, una mano sobre la rodilla de Donna, disfrutando su cercanía. Ella le devolvió la mirada, sonriéndole.
—Recuerden, las reglas son sencillas: jugar limpio, pero no tengan miedo de arriesgarse— les explicó Jacob, guiñándole el ojo a Nicholas— Y si alguien se siente incómodo, ¡que sepa que puede contar con nosotros!
Cooper asintió, con una sonrisa burlona— O con mí ayuda, si necesitas que alguien te guíe en el camino. Porque, algunos de nosotros necesitamos un poco de orientación
Todos rieron, y Nicholas apretó la rodilla de Donna ligeramente, disfrutando de su compañía.
A medida que la primera ronda comenzaban, las risas y la competencia se intensificaron. Jacob explicó las reglas del primer juego, mientras los demás se acomodaban en el sofá, llenando el aire de la emoción.
—¡Vamos, el primer juego sea de estrategia!— les anunció Jacob, mientras todos se preparaban para jugar— ¡Que empiece la diversión!
Mientras las rondas avanzaban, la química entre Nicholas y Donna era notario. Se reía juntos, intercambiando miradas cómplices, y cada vez que uno de ellos hacía una estrategia, el otro lo aplaudía y celebraban de manera juguetona.
—Miren a mi chica, tan lista como siempre— dijo Nicholas, mirándola con admiración mientras se inclinaba hacia ella, su aliento acariciando su cuello
—¿Sabes? A veces me pregunto si eres inteligente o solo tienes demasiada suerte— respondió Donna con una sonrisa, acercándose un poco más a él
Nicholas, disfrutando el momento, respondió con un tono coqueto— Quizás tengo suerte porque estoy jugando con la mujer más inteligente de la sala.
