020; el mayor idiota

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──── En la guerra y en el amor
todo se vale, menos arrastrarse.
chapter twenty, omnisciente pov

       ───  La mañana en Berlín comenzaba tranquila

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       ─── La mañana en Berlín comenzaba tranquila. Donna había despertado con el sol iluminando en su cuarto, el día transcurría suavemente, como si nadie pudiera quitar la paz que sentía en ese instante. Sin embargo, había algo en su interior que no podía ignorar: una sensación extraña, una intuición que le decía que algo no estaba bien. Aunque se esforzaba en pensar que solo era la nostalgia.

Tomó su teléfono con la esperanza de que un mensaje de Nicholas la podría tranquilizar, pero se detuvo. No sabía que decirle, pero sentía la necesidad de marcarlo.

Decidió marcar su número, timbró una vez, luego dos, hasta que finalmente escuchó su voz del otro lado de la línea. La suavidad de su tono, como siempre, tranquilizó a ambos.

—¿Hola?— dijo, su voz todavía temblorosa después de lo que acababa de pasar.

—¿Nicholas?— la voz de Donna, cálida y familiar, lo hizo relajarse— ¿Cómo estás?

Nicholas cerró los ojos, dejando su respiración se estabilizara. Necesitaba despejar su mente.

—Bien. Solo... estaba en el lugar equivocado— le respondió Nicholas con una leve sonrisa, aunque la sinceridad le pesaba en la garganta. No sabía cómo explicarlo.

Donna no parecía notar nada raro en su tono. Le ofreció esa sensación de calma que siempre le gustaba.

—Lo entiendo... ¿te encuentras bien?— preguntó, preocupada, pero con esa suavidad que siempre le daba en sus palabras.

—Si... solo es que... las cosas a veces no salen como pareces. Pero ya está, no pasó nada— le contestó, con su voz más firme. Nicholas sabía que tenía que decir más, pero no se sentía listo. No en este momento.

Donna, como siempre, respondió con la misma compresión—  Te entiendo. A veces la vida tiene sorpresas, ¿no? Pero lo importante es que todo está bien

Nicholas suspiró, agradecido por su paciencia. A veces sentía que lo más importante en su relación no eran lo que se decían, si no su apoyo incondicional que se brindaban.

—Si... tienes razón. Gracias por siempre estar a mi lado, Donna. No se que haría sin ti... gracias por marcar

La conversación continuó con palabras sencillas, pero lleno de intimidad que solo los dos entendían y compartían. Por un momento, Nicholas se permitió dejar de lado lo sucedido y pensar solo en ella, en cómo su voz, aunque distante, lo mantenía conectado a algo más allá de sus propios errores.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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𝑩𝑬𝑫 𝑪𝑯𝑬𝑴¡! Nicholas Chavez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora