Capítulo 6: Un Día Del Rey Dravon

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El amanecer llegó a la capital del reino, proyectando destellos dorados sobre los tejados nevados y la muralla que protegía el castillo. El aire frío del invierno aún se sentía cortante, pero dentro de los muros de piedra, el fuego de las chimeneas mantenía el ambiente cálido y acogedor. Desde lo alto del castillo, el rey Dravon contemplaba su reino con una mirada tranquila y satisfecha. A pesar de las tormentas de nieve, la ciudad seguía vibrante, los ciudadanos empezaban a moverse, y el monarca se preparaba para lo que sería otro día de tareas reales.

-"Hoy será un buen día." Dice mientras observa a los civiles empezar a hacer sus actividades cotidianas.

Dravon era un hombre de apariencia imponente. Alto y de complexión fornida, vestía una armadura que era una mezcla entre ligereza y resistencia, diseñada tanto para la ceremonia como para el combate. Su barba roja bien recortada le daba un aire regio, y sus ojos color café, aunque serenos, estaban siempre atentos a cualquier cambio en el reino. Su cabello, largo y majestuoso, caía sobre sus hombros, dándole una apariencia digna de un rey, alguien a quien el pueblo admiraba.

Mientras el rey se ajustaba su capa, un guardia entró en la sala y realizó una reverencia.

—"¡Su majestad!, sus escoltas están listas", Anunció el guardia con voz firme.

Dravon asintió y se dirigió hacia la salida. Hoy era uno de esos días en los que recorría la ciudad, mostrando su rostro al pueblo, escuchando sus necesidades y, de vez en cuando, demostrando su magnanimidad. A pesar de su reputación como un líder fuerte y a veces temido, sabía que un rey que se ganaba el respeto de su gente con actos de generosidad y justicia podía mantener su trono sin recurrir constantemente al temor.

El rey bajó los escalones de mármol del palacio, acompañado por sus guardias, y cruzó el patio principal. En las puertas del castillo, ya lo esperaban varios ciudadanos de las zonas más pobres de la ciudad, aquellos que venían a pedir ayuda o a ofrecer regalos en gratitud por los gestos benévolos del monarca. Dravon recorrió las calles nevadas, sus botas haciendo crujir la escarcha mientras avanzaba por los callejones empedrados.

Mientras caminaba, un niño pequeño se acercó corriendo a Dravon con una flor congelada en la mano. Con el rostro sucio y una sonrisa desdentada, le ofreció la flor como regalo.

—"Para usted, su majestad. La encontré en el hielo", Dijo el niño, con una inocencia que arrancó una pequeña risa de los guardias.

Dravon, en lugar de rechazarlo, se inclinó y tomó la flor con cuidado.

—"Es una flor digna de un rey. Gracias, pequeño." Su tono fue amable, lo que provocó una sonrisa aún más grande en el niño antes de que saliera corriendo de nuevo, feliz por haber impresionado al rey.

El monarca guardó la flor entre los pliegues de su capa, y continuó su camino.

Llegó a uno de los barrios más pobres de la capital, donde las casas estaban dañadas por las tormentas invernales, pero ya habían planes para una reconstrucción, ni mejora del terreno. Dravon se detuvo junto a un grupo de artesanos que estaban reparando un tejado y se dirigió al maestro de obras.

—"¿Cuánto tiempo más les tomará reparar estas casas?", Preguntó Dravon.

—"Su majestad, si el clima mejora, tal vez una semana más. La nieve ha dificultado el trabajo, pero con la ayuda de su guardia, avanzamos más rápido", Respondió el hombre, inclinando la cabeza en señal de respeto.

Dravon asintió y dejó una bolsa de monedas para que los trabajos pudieran continuar sin demora. Los aldeanos observaban desde las ventanas, impresionados por el gesto del rey. A menudo, Dravon realizaba estos actos, asegurándose de que todos los habitantes del reino supieran que estaban bajo su protección.

Yhivy ( ESP )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora