1

956 92 10
                                    


"Como si no fuera suficiente su desgracia, se enamoró"

-Oscar Wilde.

Quisiera decir que ambos se tomaron el tiempo de conocerse, de hablar, establecer limites y pensar que tan prudente era el acuerdo. Pero no, desde el primer momento en que realmente interactuaron, los dos comenzaron con los coqueteos.

No recuerda quién de los dos pidió salir a cenar, así como tampoco recuerda quién besó primero a quién. Solo recuerda que después de aquella noche de deseo desenfrenado, comenzaron una rutina en secreto. Cada vez que tenían la oportunidad viajaban de un lado a otro por el mundo. Las palabras eran escasas mientras entraban a la habitación de alguno de ellos y, cuando la ropa estaba esparcida por el lugar, los sonidos que hacían no eran aptos para ser escuchados por otros.

Pato se había dicho a si mismo que esto solo era un acuerdo de beneficio mutuo, les gustaba saciar sus deseos. Ninguno estaba interesado en una relación por el momento, querían concentrarse en sus carreras, él quería concentrarse en su carrera.

Pero estar con Lando se sentía tan bien.

Decir que no era débil ante la actitud de diva del otro piloto era mentir. Amaba esa faceta del británico, le encantaba molestarlo y luego hacerlo reír con sus ocurrencias. Con Lando las risas nunca terminaban y pese a que Pato podía costearse cosas no tan baratas, le encantaba todos los lujos que el británico estaba dispuesto a gastar por él. Le gustaba sentirse malcriado por un momento y pedir la botella más cara del menú.

Y en poco tiempo, aunque el sexo era increíble, Pato se dio cuenta que tal vez Lando le gustaba un poco más que solo en el aspecto físico. El tiempo a su lado era una verdadera fuente de alegría y placer, le gustaba olvidarse de su vida y centrarse únicamente en el aquí y ahora. Esto era un romance joven, loco y desenfrenado; tal como lo dicen todas aquellas historias.

—Zak me dijo que cuando termine esta temporada en la Indy, puedo ir con ustedes a los GP. —Comentó Pato mientras veía vestirse a Lando. El mexicano seguía debajo de las sabanas y sonreía con ternura a su ¿amigo?

—¿No deberías concentrarte en la próxima temporada? —La sonrisa de Pato flaqueo ligeramente.

—Tengo tiempo. —Lando al fin volteó hacia él y Pato extendió una mano para tomarlo y jalarlo de vuelta a la cama. Sus rostros quedaron a escasos centímetros, podía perderse en sus ojos. —Además, me gusta estar contigo. Y así voy a poder verte, besarte y abrazarte.

Lando medio sonrió y se inclinó para besar al otro. Sus labios se movieron en una sincronía ya practicada a pesar de que la intensidad de Lando competía con la ternura de Pato.

Los brazos de Pato pasaron por detrás del cuello de Lando, haciendo que este cayera de lleno sobre el cuerpo del mexicano quien sonrió satisfecho. Sin separarse del beso, Pato deslizó sus manos por el cuerpo del británico, le gustaba recorrer la suave piel del hombre. Sentía que con ese gesto podía demostrar todas aquellas cosas no dichas.

Se separaron del beso y pronto los labios de Lando comenzaron a dejar un camino por el cuello y pecho de Pato quien suspiraba en cada contacto. Si iban a estar juntos solo este fin de semana, entonces Pato iba a aprovechar cada momento, lo tomaría y besaría hasta que ambos estuvieran impregnados en el otro.

—Es mi celular. —Murmuró Lando, apenas separándose de su clavícula. El mexicano ni siquiera había escuchado el ruido que estaba haciendo el aparato.

Pato se sintió molesto ¿quién se atrevía a interrumpir su tiempo con Lando? Así que demostrando su enojo, tomó con fuerza el cabello de Lando y volvió a acercarlo a su piel, si era algo importante llamarían de nuevo, mientras tanto estaban muy ocupados.

Los labios de Lando acababan de bajar a su pecho cuando Pato volvió a escuchar el tono de llamada del celular del británico. Con un suspiro de resignación dejo que el otro piloto se pusiera de pie. En su mente le mentó la madre a la persona que llamaba a Lando en este momento tan intimo.

—Contesta, tal vez sea Regina George que necesita ayuda con su ropa. —Se burló mientras daba media vuelta y tomaba su propio celular. No quería ser entrometido, era de mala educación.

Rio cuando una camisa cayó sobre su cabeza y luego escuchó la voz de Lando hablando con la persona al otro lado de la línea.

—Sí, ya te dije que vine a ver a un amigo. —Pato de verdad trató de concentrarse en otra cosa, pero su necesidad de chisme estaba presente. La voz de Lando se volvía mas baja y pesada con cada palabra pronunciada. —Ok, sí. Voy a hablar con Zak. Yo lo compró. Bien. Adiós.

Al finalizar la llamada Pato dejo de lado su teléfono (que nunca fue encendido) y le dirigió una sonrisa a un irritado Lando. Supuso que el estado de animo del británico estaba justificado, esta era su semana libre.

—¿Todo bien?¿Quién era?

—Solo era Oscar. Quería saber unas cosas de la nueva configuración del monoplaza. —Pato asintió ante las palabras de Lando.

Las pocas veces que interactuó con Oscar le pareció alguien tierno y agradable, pero ahora se daba cuenta que siempre estaba llamando a Lando y haciéndolo enojar. Sin embargo no iba a negar que su enamorado tendía a reaccionar exageradamente en ocasiones por lo que no había nada personal con el piloto más joven.

—¿En qué estábamos, precioso? ¿O ahora te freseas? —Mencionó Pato mientras abría sus brazos.

—Si no fueras tan guapo ya te hubiera dejado sin ganas de burlarte así.

—Bueno. Hay formas de hacerme dejar de hablar, cariño. —Pato movió las cejas de arriba abajo. Lando solo rio.

Después de su tiempo juntos, pidieron servicio a la habitación mientras se entretenían hablando de todo y nada. El ambiente era relajado, evitaron hablar sobre su trabajo. Pato quería que todos los días fueran así, por primera vez en toda su carrera deseaba que su temporada terminará; anhelaba estar con Lando, verlo reír y enredarlo en sus brazos mientras este le reclamaba por cualquier cosa hasta que en un momento de distracción sus labios se juntaran y el tema quedara en el olvido. Siendo honestos sentía que podía pasar el resto de su vida con ese hombre y nunca se cansaría.

Esa noche Pato soñó con una vida juntos.

Cuando llegó el momento de despedirse, Pato tomó a Lando de la cintura, lo acercó a su cuerpo y pronunció aquellas palabras que nunca creyó decirle a esta persona en especifico.

Te amo.

Lando sonrió pero su cara mostraba confusión.

—¿Qué se supone que significa eso?

Pato lo pensó. ¿Debería decirle la verdad?¿Era este el momento adecuado para llevar su relación a otro nivel?

—Algún día lo sabrás. —El miedo a arruinarlo y ser rechazado era más fuerte. —Tal vez deberías aprender español.

—Los dos hablamos inglés. ¿Para qué voy a querer aprender ese idioma?

Le resultaba divertida la simplicidad de Lando, amaba cada faceta de él, por lo que Pato dejó que todo el amor que sentía estallara en su pecho y se manifestara en forma de tiernos besos esparcidos por el rostro de su acompañante. El británico solo reía mientras trataba, sin fuerzas, de zafarse de los brazos del mexicano.

—Debo irme.

Pato puso un puchero y besó los labios de Lando una última vez, quería recordar la sensación para su tiempo separados. Esperaba que pudieran verse dentro de un par de meses.

Ver a Lando marcharse hizo que Pato reafirmara lo que descubrió en este encuentro: estaba enamorado.



Casualidad (Pato/Lando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora