Ese fin de semana, si bien para Pato fue una satisfacción el celebrar su tercer victoria de la temporada durante la Carrera 1 de Milwaukee Mile. El destino hizo que no tuviera tanta suerte con la Carrera 2 de ese mismo lugar. Hubo fallas mecánicas que pese a cualquier buen desempeño que pudo tener, lo hicieron quedar por debajo de la posición número veinte. Realmente se sintió frustrado por esto, no había sido su culpa lo sucedido y aun así creía que pudo haber hecho mas.
Podría decirse que era alguien que sabia controlar sus emociones en situaciones tensas, como las de aquel día, pero por alguna razón esta vez era diferente; como si hubiera decepcionado a alguien. La insuficiencia lo asfixiaba. Lo único que lo hacía sentir un poco mejor era el hecho de que muy pronto vería a Lando. Imaginarse a si mismo en los brazos del otro piloto desaparecía cualquier indicio de estrés o culpa que estuviera experimentando.
Más de una vez se encontró a si mismo mirando fotos y videos de Lando para aliviar su pesar. Le divertía la cantidad de personas que se tomaban el tiempo de elegir cuidadosamente fotos o segmentos de Lando para ponerlos en una secuencia especifica y acompañarla de alguna canción. Entre suspiros y sonrisas, sus redes sociales lo llevaron a encontrarse con un par de edits de él y el piloto británico, ninguno de los videos parecía tener grandes tintes románticos pero igualmente tenían a Pato emocionado.
Para cuando él y Alexander llegaron al aeropuerto de Milán para dirigirse a Monza. Pato ya estaba nuevamente con su actitud animada y risueña.
Zak envió a alguien para recogerlos y llevarlos hasta un hotel donde toda la escudería de F1 se hospedaba. La persona que los escoltaba les explicó los horarios del evento al que Zak quería que asistieran, dio algunas instrucciones sobre el código de vestimenta apropiado y antes de irse les pidió reunirse esa tarde con el equipo de marketing para una dinámica.
Pato lo despidió con movimientos eufóricos que claramente llamaron la atención de su amigo y compañero de equipo.
—¿Ya dejaste de pelear con el amor de tu vida?
Asintió a las palabras de su amigo antes de caer en cuenta que él no le había contado de su situación con Lando.
—¿Quién te dijo? —Alexander sonrió y comenzó a caminar hacía los ascensores. El otro piloto caminó al lado de él mientras seguía preguntando. —¿Escuchaste algo?
—No. Pero creo que fue serio si Max Verstappen tuvo que pedirme cuidarte. —Fingió desinterés y presionó el botón para llamar a la maquina. —Además, él preguntó si sabía de quién hablabas.
Pato se sintió mortificado. Cuando llamó a Max pidiendo consejos no estaba pensando en el panorama completo. Era cierto que tanto él como Checo le reiteraron que podía pedirles ayuda con lo que fuera. Pero ahora que lo pensaba él y Max no eran cercanos, ese gesto que tuvo al contactar a Alexander claramente añadió un nuevo sentimiento de ternura y aprecio a la relación que tenía con el campeón de F1.
Alexander y él entraron al ascensor donde presionaron el botón de su piso. El silencio que los envolvía fue roto cuando una sonrisa burlona apareció en Pato.
—¿Entonces hablaste con Max?
—Sí. —Alexander siguió mostrándose estoico aún cuando Pato sabía que eso solo era una fachada.
—¿Le dijiste que eres su fan?
—No soy su fan. —Pato no creyó eso. —Solo lo admiro.
—Eso es ser un fan. —El elevador se detuvo en su piso. —Además tienes una colección suya, ya solo falta que le hagas un altar.
Alexander trató de empujarlo pero Pato fue más rápido y salió del ascensor entre risas. Corrió hasta su cuarto, se metió en él y luego, como de costumbre, se lanzó sobre la cama para descansar. Se tomó unos segundos para recuperarse y consideró si enviar un mensaje de texto a Lando para avisarle de su llegada al país, pero prefirió esperar. Lo más probable es que alguien ya le hubiera dado la noticia.

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Casualidad (Pato/Lando)
DiversosNo eran frecuentes sus encuentros; sus calendarios no lo permitían. Sin embargo, esas pocas veces fueron suficientes para que Pato cometiera el error de su vida: sentir algo por Lando.