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Nacimiento de Ahyeon

La noche era oscura y llena de inquietud. Mientras conducíamos hacia el hospital, el latido de mi corazón resonaba en mis oídos. Felix estaba a mi lado, respirando profundamente para calmarse, pero sus ojos reflejaban tanto miedo como emoción. Sabía que este era un momento que cambiaría nuestras vidas para siempre.

Al llegar al hospital, el personal nos recibió rápidamente. Las luces brillantes y el bullicio del lugar parecían alejarme de la realidad, pero cuando vi a Felix siendo guiada por las enfermeras, un instinto protector emergió en mí. La tomé de la mano y no la solté mientras la llevaban a una habitación.

-Todo estará bien, Lix -le aseguré, mirando a sus ojos llenos de determinación.

-Lo sé, Hyunjin. Solo tengo que concentrarme -dijo, mientras le colocaban la bata de hospital.

Las contracciones comenzaron a intensificarse, y con cada una de ellas, podía ver cómo la fortaleza de Felix se ponía a prueba. Estaba lista para enfrentar lo que venía, pero a medida que el tiempo pasaba, la tensión en el aire se hacía palpable.

Los minutos se convirtieron en horas. La sala estaba llena de médicos y enfermeras que se movían con rapidez y precisión, monitoreando a Felix y asegurándose de que todo estuviera bien. Yo permanecía a su lado, sosteniéndola de la mano y dándole ánimos.

-Estás haciendo un trabajo increíble, amor. Estoy tan orgulloso de ti -le dije, mientras ella cerraba los ojos, concentrándose en su respiración.

Finalmente, el doctor entró y explicó que ya era el momento de comenzar el proceso de parto. La mirada de Felix se volvió decidida y, a pesar del dolor, se sintió empoderada.

-¡Esto es por ti, Ahyeon! -gritó Felix, su voz llena de fuerza.

Las enfermeras le dieron instrucciones, y el ambiente en la sala se tornó enérgico y esperanzador.

-Recuerda, Lix, estás a un paso de conocer a nuestra hija -le dije, acariciando su cabello.

-¡No puedo esperar! -respondió, sonriendo entre el dolor.

El Momento Clave

Las contracciones se intensificaron, y cada vez que venía una, podía ver cómo su cuerpo luchaba con todo lo que tenía. La voz de Felix se tornó más fuerte, y cada grito era un recordatorio de lo que estaba por venir.

-Hyunjin, ¡ayúdame! -gritó entre las contracciones.

-Estoy aquí, solo respira -le respondí, tratando de calmarla mientras las enfermeras la animaban.

Con cada empujón, la habitación parecía llenarse de energía. Las luces brillantes y el murmullo de los profesionales se mezclaban con el sonido del corazón de mi familia latiendo en nuestra pequeña burbuja.

Finalmente, el doctor indicó que ya era el último esfuerzo.

-Felix, esto es el momento, ¡vamos! -le dije, sintiendo que mi corazón latía con fuerza.

-¡Por favor, ven a mí, Ahyeon! -gritó, y con un último empujón, el llanto de nuestra hija llenó la habitación.

El sonido fue como un canto celestial, una sinfonía que resonaba en mi corazón. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos mientras miraba a Felix, quien respiraba pesadamente pero sonreía con la luz más brillante que había visto.

-¡Lo hiciste, amor! -exclamé, sintiendo una oleada de orgullo y amor.

El doctor colocó a Ahyeon sobre el pecho de Felix, y en ese momento, el mundo se detuvo. La pequeña se retorcía y lloraba, pero era hermosa. Su piel era suave, y su cabecita cubierta de pelo oscuro se movía lentamente.

Un Nuevo Comienzo

Felix lloró de felicidad, abrazando a nuestra hija con ternura.

-Hola, Ahyeon. Bienvenida al mundo -susurró, acariciándole la mejilla.

Me acerqué para ver a nuestra hija. La miré y sentí que mi corazón se rompía de amor. Era perfecta, un pequeño milagro que habíamos creado juntos.

-Eres la cosa más hermosa que hemos hecho -le dije, sintiendo que la emoción me envolvía.

Después de un tiempo, el personal médico se retiró, dejándonos en un remanso de tranquilidad. La sala se llenó de un silencio pacífico mientras las tres nos adaptábamos a esta nueva realidad.

-Hyunjin, estoy tan feliz -dijo Felix, mirándome con amor. -La tenemos.

-Sí, la tenemos -respondí, sintiéndome completo.

Ahyeon era nuestra esperanza, nuestro amor personificado. Mientras nos sentábamos juntos, sosteniendo a nuestra pequeña en brazos, supe que cualquier desafío que enfrentáramos en el futuro sería más fácil con ella a nuestro lado.

Con el corazón lleno de amor y gratitud, nos convertimos en una familia. La aventura apenas comenzaba, y estaba emocionado por lo que nos esperaba.

!¡HYUNJIN IS MY ALPHA AND ONLY MINE DAMN BITCH!¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora