Capitulo 7: Aiónios

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El silencio que siguió a la revelación de "Yo no soy Kacchan" resonó en el aire como una sentencia imposible de evadir. Izuku, con los ojos anegados en lágrimas, intentó procesar lo que acababa de oír. El pequeño ser, con la apariencia de su amado, no era realmente Katsuki, pero había algo más, algo que no podía ignorar: su corazón latía con el mismo fervor que el de su verdadero Kacchan.

El lenguaje celestial que emanaba de la boca del falso Katsuki ahora le resultaba comprensible, no por el intelecto, sino por el lazo indescifrable que ambos compartían. Los demás aún lo veían desde una distancia segura, sin poder entender ni una sola palabra de lo que se decía, pero sabían que algo profundo estaba sucediendo en ese preciso momento.

Izuku se limpió las lágrimas con la manga de su chaqueta y dio un paso más hacia el pequeño, quien ahora lo miraba con ojos que parecían estar cargados de una tristeza infinita. El aura dorada y anaranjada que lo envolvía comenzaba a fluctuar, como si estuviera a punto de cambiar nuevamente.

—Tú... —murmuró Izuku, con la voz temblorosa—Entiendo que tú no eres Kacchan, y que tienes su corazón.

El pequeño asintió, y aunque su boca no pronunció palabra alguna, una corriente de emociones atravesó a Izuku, un torrente incontrolable de sentimientos que lo llevaron de vuelta al pasado, a momentos que él y Katsuki compartieron, desde la infancia hasta el presente.

—Siento... lo mismo que Kacchan. Me dio forma... —La voz celestial emergió de nuevo, y esta vez, aunque los demás aún no comprendían, Izuku pudo escuchar claramente— Crearon Kacchan, por amor...amor a tu...

Izuku se quedó sin palabras, sus piernas temblaban ante la magnitud de aquella revelación. Este ser, aunque no era su Kacchan, existía por el amor que Katsuki sentía por él. Las lágrimas volvieron a sus ojos, pero esta vez no eran solo de dolor, sino de comprensión.

—¿Por qué apareciste ahora? —preguntó Izuku, tratando de obtener alguna respuesta que lo ayudara a entender la situación en la que se encontraban—. ¿Qué es lo que realmente está sucediendo?

El pequeño agachó la cabeza y, con un brillo triste en sus ojos, respondió:

—Cielos mira... a tu, Izuku. Cuando entregaste tu sangre, se creó una conexión... una conexión que los seres celestiales no pudieron ignorar. Pero más allá de eso, el ángel oscuro... él vio lo mismo. Vio la pureza del amor que hay entre tú y Katsuki. Algo que trasciende las dimensiones, los mundos... las almas mismas.

Izuku sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. El ángel oscuro. Aquella entidad desconocida que había aparecido, declarando el fin de todo. Lo poco que sabía de ese ser le hacía pensar en algo catastrófico, algo imparable.

—Pero él no cree en el amor que ustedes comparten —continuó el pequeño, con la voz cargada de una melancolía infinita—. No cree que sea suficiente para cambiar el destino del mundo. Quiere ponerlo a prueba, quiere... destruirlo todo.

Izuku sintió cómo el aire se volvía más denso, más pesado. A su alrededor, los otros héroes, All Might, Hawks, y Tsukaishi, miraban con preocupación, sin saber lo que estaba siendo revelado. La gravedad de la situación parecía expandirse con cada palabra pronunciada.

—¿Y por qué yo? ¿Por qué nosotros? —Izuku preguntó con desesperación en la voz—. ¿Qué podemos hacer contra un ser tan poderoso?

El pequeño miró directamente a los ojos de Izuku y, tras un momento de silencio, su aura comenzó a cambiar, volviéndose más cálida, más cercana. Dio un paso adelante y extendió su pequeña mano hacia él, con una sinceridad abrumadora en sus ojos.

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