Capítulo 3: Lucerys Garras Largas

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La densa y fría niebla de los pantanos de la Marca de Hjaal susurraba ecos escalofriantes al oído de Lucerys Mares, quien, montado en su fiel corcel, Sombra, avanzaba con cautela. La armadura de la Guardia del Alba brillaba tenuemente bajo la luz mortecina, mientras una capa hecha de piel de gato sable caía pesadamente sobre sus hombros, protegiéndolo del frío que calaba hasta los huesos. En su espalda, las empuñaduras de sus espadas asomaban, junto a su arco que llevaba listo para el combate.

A sus dieciocho años, Lucerys había aprendido a enfrentar los horrores que acechaban en las sombras, aunque su corazón aún latía con la rabia y la tristeza por el desprecio que siempre había sentido. El recuerdo de ser un bastardo, despreciado por la nobleza de Poniente, se entrelazaba con su misión, impulsándolo a demostrar su valía. Su destino lo llevaba hacia una cueva oscura y ominosa, donde se decía que un vampiro se ocultaba en las profundidades, dejando un rastro de terror en la ciudad de Morthal.

El líder de la Guardia del Alba, Isran, había confiado en su destreza y valentía, y aunque la tarea era peligrosa, Lucerys no lo pensó dos veces. Con cada paso que daba, la niebla parecía cerrar su cerco, como si los mismos espíritus de los pantanos observaran su avance, cuestionando su determinación y su derecho a enfrentarse a tales criaturas.

-Por lo que me dijo la Jarl Igrod cuervo viejo, la guarida debe de estar por aquí- dijo Lucerys mientras observaba a su alrededor.

Sombra, su corcel, también observaba con atención. Sus ojos rojos como la sangre brillaban intensamente, reflejando una mezcla de inquietud y curiosidad mientras buscaba la cueva. Lucerys acarició el lomo de Sombra en un intento de calmarlo, sintiendo el temblor de su musculatura bajo su mano. El sonido del agua moviéndose entre las rocas y los crujidos de las arañas congeladoras acechando en la penumbra mantenían al jinete y su montura en alerta, pero su voluntad era firme.

Lucerys Mares, o conocido también en Skyrim bajo el apodo de —Lucerys Garras largas— no siempre fue un simple miembro de la guardia del alba, cuando el junto a su hermano mayor Jacaerys y su hermano menor Joffrey, hijos bastardos de la princesa Rhaenyra Targaryen y Gwayne Hightower, llegaron a Skyrim. estos fueron encontrados por un hombre llamado Brynjolf en la ciudad portuaria de Soledad, El hombre les ofreció refugio y comida a cambio de trabajar para él, algo que aceptaron, adentrándose en un mundo oscuro de ladrones y rateros.

Con el tiempo, Lucerys y sus hermanos tomaron caminos separados, Jacaerys se fue del gremio de ladrones para comenzar una vida cómo mercenario, luchando por la justicia en un mundo cruel, mientras que Joffrey, cautivado por los misterios de la magia, se unió al colegio de magos de Hibernalia y por último, sólo quedó el… a diferencia de sus hermanos, Lucerys no optó por un camino honorable cómo su hermano mayor ni  cómo Joffrey, en su defecto y ansias de justicia hacía los crueles, el joven de dieciocho años se unió a la hermandad oscura, una orden de asesinos que seguían órdenes de una entidad oscura llamada Sithis.

Pero no tardó en darse cuenta de que la Hermandad Oscura no era más que otro peón en el tablero de los juegos de poder. Lucerys lo descubrió demasiado tarde. Cuando alguien desea encargar un asesinato a la Hermandad Oscura, debe realizar el ritual del Sacramento Negro, donde el solicitante invoca a los asesinos con una plegaria macabra. Aquella fatídica noche en Carrera Blanca, un hombre llevó a cabo el ritual. Su nombre: Amaund Motierre, miembro del Consejo de Ancianos al servicio del emperador Tito Mede II. Su solicitud no era común; su objetivo era el propio emperador de todo Tamriel.

Ese encargo casi llevó a la extinción de la Hermandad Oscura. El santuario de Falkreath fue reducido a escombros, dejando solo a unos pocos sobrevivientes entre los que se encontraba Lucerys. El pelirrojo y los otros miembros que escaparon con vida —la niña vampira Babette, el guardia rojo Nazir y el perturbado bufón Cicerón— se refugiaron en el antiguo santuario de Lucero del Alba, en la región del Pálido. Desde allí, intentaron recomponer sus fuerzas y continuar con el macabro plan para asesinar al emperador. Según las palabras de Amaund Motierre, Tito Mede II se encontraba en su barco, “El Katariah”. Fue allí donde Lucerys enfrentó al comandante Maro, el arquitecto de la destrucción del santuario, antes de cumplir con su misión final: asesinar al emperador.

Dovahkiin: sangre de dragón. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora