Capitulo 8

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Capítulo 8: Nuevas responsabilidades

Era otro día más para Rodolfo, quien caminaba por los pasillos del colegio, llevando unos documentos hacia la oficina de la prefectura. Mientras avanzaba, observó una escena que le sacó una sonrisa. Su amigo Alan se encontraba rodeado por un grupo de chicas que competían por su atención, jalándolo de un lado a otro en una situación algo incómoda.

Rodolfo, acostumbrado a las peculiares dinámicas de su grupo, soltó un suspiro ligero antes de continuar su camino. "Alan siempre metido en estas situaciones", pensó mientras se dirigía a la prefectura.

Al llegar a su destino, fue recibido por la prefecta, quien le agradeció su compromiso y dedicación.

—Gracias, Rodolfo. Los directivos están muy contentos con tu labor como jefe de grupo. De hecho, ahora que tus compañeros se comunican mejor entre ellos, han decidido que es momento de elegir a un sub-jefe de grupo. Elige entre ustedes a la persona más adecuada para apoyarte —le indicó la prefecta con una sonrisa de reconocimiento.

Rodolfo asintió, aceptando la responsabilidad, y regresó a su salón para dar el informe al resto de sus compañeros. Una vez allí, reunió a todos para discutir la decisión.

—Chicos, los directivos sugirieron que elijamos a un sub-jefe de grupo. Necesitamos a alguien que pueda ayudar en la organización y las tareas del grupo —anunció Rodolfo.

El grupo dialogó un rato, y después de algunas propuestas y discusiones amistosas, la mayoría coincidió en que Alya era la mejor opción para el puesto, debido a su cercanía con Rodolfo y su evidente responsabilidad.

—Creo que Alya debería ser la sub-jefa. Es responsable y siempre está dispuesta a ayudar —comentó uno de los compañeros.

Todos asintieron, y Rodolfo sonrió.

—Parece que hay consenso. Alya, ¿aceptas? —preguntó, mirando a su compañera.

Alya, quien había estado escuchando con calma, asintió con una sonrisa tranquila.

—Claro, estaré encantada de ayudar.

El recreo

Durante el recreo, Rodolfo tuvo que ir a informar la decisión a los directivos, lo que dejó a Alya desayunando con sus amigas Wendy y Andrea en el patio del colegio.

—Así que te eligieron como sub-jefa del grupo —comentó Wendy mientras mordía una manzana.

—Sí, parece que todos estuvieron de acuerdo —respondió Alya con modestia, tomando un sorbo de su jugo.

Andrea, que siempre era directa en sus comentarios, sonrió y agregó:

—Bueno, era obvio. Eres muy organizada y responsable, a diferencia de otras personas —dijo, lanzando una mirada descarada hacia Wendy.

Wendy, ofendida, dejó de morder su manzana y se quejó.

—¡Oye, eso no es justo! —exclamó, frunciendo el ceño, aunque sin estar realmente molesta.

Alya soltó una suave carcajada ante el intercambio entre sus amigas.

—Andrea tiene un poco de razón, Wendy. Deberías tratar de esforzarte más a veces —dijo con una sonrisa.

—¡Tú también, Alya! —respondió Wendy, alzando la voz en tono juguetón, mientras las tres amigas rompían en risas por el cómico momento.

Las bromas entre ellas continuaron, llenando el recreo de risas y camaradería, mientras se divertían comentando sobre las pequeñas cosas que les sucedían en el día a día. Alya no podía evitar sentirse agradecida por tener un grupo de amigas tan genuinas y siempre dispuestas a hacerla reír.

Continuará...

las desventuras del pequeño Rodolfo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora