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Kanao no puede dormir, por lo tanto decide ir a dar una caminata por el bosque en mitad de la noche. Encontrándose un pequeño jardín completamente fuera de lugar con el bosque, ¿lo más llamativo de este? aquella joven que bail...
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Las estrellas titilaban en el claro de la noche, la luz plateada de la luna se colaba por la ventana del cuarto, iluminando la estancia con su belleza. Belleza que observaba Kanao, la cual estaba sentada en el borde de su cama, incapaz de conciliar el sueño.
Se empezaba a sentir incómoda, acalorada por las sabanas y el calor de su habitación, harta de no poder dormir. Se levanto de la cama, cambiándose a su característico uniforme de tonalidades moradas y saliendo del cuarto.
Se dirigió sin rumbo fijo al bosque, iba a dar una pequeña caminata por la arboleda para despejar su mente y refrescarse, a ver si finalmente al regresar sería capaz de dormir.
Hojas secas y ramas resonaban al ser pisadas por ella, y los animales nocturnos se hacían notar como si de una orquesta se tratase.
Detuvo su caminata unos momentos, decidida a respirar el aire de la fría brisa nocturna. En eso, por el rabillo del ojo diviso una luz, una tenue y apenas perceptible luz.
Curiosa del origen de esta, se encamino hacía donde había provenido. Con cada paso que daba podía notar cada vez más que era.
Al finalmente llegar, con desconcierto pudo resolver sus dudas.
Se trataba de un jardín, que su belleza contrastaba enteramente con todo lo que era el bosque; con pequeñas flores de tonos tiernos, y mariposas nocturnas las cuales llegaban al lugar para admirar y posarse en las flores. Era una bella escena, aún más con las flores de cerezo como lo principal y esa fuente en la mitad.
¿Qué era lo más resaltante del lugar para palabras de Kanao?
Aquella joven que bailaba con gracia y delicadeza en aquel curioso jardín.
Se mantuvo detrás del árbol que también era testigo del espectáculo. Con miedo a ser notada por la joven a la que le calculaba unos 14 años e interrumpir su danza, que al igual, deducía que era una del famoso Nihon Buyo.
Se mantuvo así durante lo que pareció ser una eternidad, pero disfrutable. Hasta el momento en el que la dulce bailarina detuvo su danza, volteándose a observar a la cazadora escondida.
—¿Puedo ayudarte? —Pregunto en un tono suave y delicado. Notando el silencio desconcertante de la azabache— Llevas ahí durante más de 10 minutos. ¿Qué necesitas?
—Y-yo —Intento pronunciar, pero las palabras no se formaban como debían.
—Después me lo explicas, ¿si? si deseas puedes pasar a sentarte. —Invito como si de aquel jardín se tratase de su hogar.
—¿Eh?
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