capítulo 1

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—¿De viaje? —le pregunto a Daniel al otro lado de la línea por la idea que se le ocurrió.

—Claro. Estamos de vacaciones.—explica como si no fuera más obvio —¿Qué no es más relajante que un viajecito?

—Quedarse en casa viendo una
película de Netflix. —parqueo el auto antes de agarrar el móvil y acercarlo a mi oreja.

—!Qué antisocial! —protesta ofendido —¿Qué te molesta de salir?

—El sol, las personas, el calor...—recuesto la cabeza del espaldar del asiento cerrando los ojos.

Me sentía un poco mareada por no haber cenado esta tarde. A decir verdad hoy me sentía un poco extraña. Si Daniel se entera de seguro me mata y viene solo para darme un sermón.

—¡Sharon, hay algo que se llama divertirse! —replica.

—Hay algo que se llama tranquilidad.

Un silencio en la otra línea hace que piense que se cayó la llamada, pero un suspiro me dice que no.

—Bien, no quería hacer esto, —su voz torcida hace que enarque una ceja —pero no me dejaste opción.

—¿Hacer qué? —esa risita que sueltan los villanos cuando van a hacer algo suena del otro lado.

—Iniciar el plan B.

—¿Qué te tramas? —frunzo el ceño. Aunque sé que no me puede ver.

—Si no vas...

Sus palabras hace que abra los ojos como platos rompiendo por completo la calma que tenía hace unos instante.

—No te atreverías. —le amenazo con un leve dolor en la parte derecha de la cien.

—Soy una tumba amiga mía, —asegura burlón como si no fuera la gran cosa—pero las tumbas las profanan. ¿No?

—Más te vale que no te profanen. —le advierto.

—Eso depende de tu decisión. —ruedo los ojos apoyando los brazos sobre el volante buscando paciencia.

Daniel es mi amigo desde que tengo conciencia, mejor amigo después del cuarto año de primaria, ya que antes de eso no le toleraba. En otras palabras, es como mi cajita de secretos en forma humana. ¿Cómo nos conocimos? Desde que nacimos o vimos por primera vez el mundo. Bueno, yo nací primero, el tres días después, pero igual, se entiende. Nuestras madre son mejores amiga y eso de que la amistad perdure otra generación se volvió como una tradición entre ellas. Pero a pesar de todo, es un maldito chantagista. Entiendo que quiera que salga, pero, ¿es necesario esto?

—Venga Sharon. —vuelve a hablar —Pareces un ratón dentro de una madriguera.

—¿Con comida y agua quién quiere salir?

—¡Yo! —asegura —¿Cómo busco a las ratoncitas? ¿Por telepatía?

—¿Y qué tiene que ver un ratón con salir?

—Tú solo hazme caso, la pasaras bien. Además, tu cumpleaños ya se acerca, tómalo cómo mi regalo adelantado. —hace un puchero —¿Me vas a decir que no a mí? ¿A tu mejor amigo de toda la vida? ¿Al ser tan humilde y generoso que a pesar de ser media cabernícola te dio su preciada amistad? —aclara con enfasis en las últimas palabras —La mejor amistad que has tenido en tu existencia por cierto.

—¿Insulto o cumplido? —cuestiono irónica.

Me dijo que soy bendecida por tener su amistad, pero también me dijo cabernícola.

—¿Sonó a insulto? —se hace el inocente.

No tengo que estar con él para saber que está aguantando la risa o ahogándose con algo de tomar para no reír.

Un Mes a tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora