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Después de una exhaustiva investigación, los del departamento de informática fueron capaces de averiguar desde qué ordenador se había producido el hackeo, pero todos vimos derrotados que se trataba de una computadora de un ciber café.

- ¿Podemos acceder a las cámaras de seguridad del local?

- Sí, pero solo aparece alguien encapuchado y con barbijo. No podemos ni siquiera delimitar si es hombre o mujer.

- Pero habrá algún empleado que pueda decirnos algo, ¿No? Por lo que se ve en las imágenes uno tiene que ir hasta la recepción del local para pedir usar un ordenador.

- Sí, los ceos ya han hablado con la policía para que investiguen esto pero de forma confidencial, no podemos permitirnos que esto se filtre en la prensa, nos haría perder clientes.

- ¿Qué deberíamos hacer ahora?

- Lo único que podemos hacer es seguir con nuestro trabajo, pero estar atentos para evitar que algo así ocurra de nuevo.

Los empleados entendieron mis palabras como un finiquito para la conversación, por lo que salieron de la sala para situarse cada uno en su cubículo. Mi cabeza había empezado a dolerme, llevaba casi tres días sin haber podido volver a casa a ducharme y a dormir, por lo que me saqué las gafas y empecé a masajear el puente de mi nariz.

- ¿Te encuentras bien?

- Solo un poco cansado.

- Te he traído algo para el dolor de cabeza.

Abrí los ojos para toparme con la borrosa sonrisa de Mingyu quien, según me dejaba entrever tras mi cortina de miopía, me ofrecía una caja de comprimidos junto a una pequeña botella de agua.

- Gracias.

Estuve tentado a besar aquella sonrisa que ahí seguía clavada, pero la puerta de la sala de reuniones estaba abierta y no quería que en mitad de todo el caos saliera un rumor que solo me daría más dolores de cabeza. Tomé una de las pastillas y volví a sentarme tras mi ordenador para seguir con lo que fuera que estuviera haciendo. El haber estado trabajando por más de sesenta horas seguidas me había pasado factura.

Continué tecleando las cifras que necesitaba insertar del formato en papel al virtual cuando me llegó un mensaje esperanzador de mi jefe diciéndome que todo estaba bajo control y que mañana me darían el día libre – siendo que yo había sido uno de los que más tiempo se había quedado dentro de la oficina. Mañana era viernes, así que mi mente se despistó pensando en qué podría ocupar mi tiempo en aquel fin de semana largo, pero de inmediato empecé a pensar en si a Mingyu también le habrían dado el día libre. Mis cavilaciones fueron cortadas por una voz familiar que llamaba mi nombre.

- Señor Jeon, ¿Puedo hablar con usted un momento? Si no está ocupado.

- Claro, Soo-jin. ¿Qué ocurre?

Esperé en silencio a que mi compañero continuara hablando, pero en cambio se puso a observar nuestros alrededores antes de acercarse a mí para susurrarme algo.

- En privado, si puede ser.

- Claro.

Como aún tenía trabajo pendiente, decidimos volver a la sala de reuniones, esperando que la supuesta insonorización funcionara. Soo-jin parecía algo nervioso, jugueteando con sus dedos mientras yo acababa de cerrar la puerta.

- ¿Qué es lo que querías decirme?

- Quería preguntarle sobre lo que ha estado pasando... El hackeo, la retirada de Sonyeondan... ¿No siente que algo raro está pasando?

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⏰ Última actualización: Oct 29 ⏰

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