MIDNIGHT RAIN

•X•

RUSH

- Sube esa ventana- Gruñó el moreno.

- Claro. Me voy a vómitar en tu estúpido auto- Milly se mareaba muy fácil y si no iba con la ventana abierta podía vómitar.

Eran más o menos las tres de la tarde, ya habíamos almorzado. Paramos una hora antes en un restaurante de carretera.

- Milly, ¿y si mejor cambiamos de puesto?- Dije yo.

- ¡NO!-  Dijeron al mismo tiempo.

- ¡Ay! ¿y a ustedes quién los entiende?- Ya me estaban hartando.

- Si, solo se ponen de acuerdo para pelear- Comentó Emma igual de frustrada que yo. Ellos se miraron, Milly le sacó la lengua y él rodó los ojos.

- Quédate ahí y no vómites - La pelinegra sonrió victoriosa y dejó abierta la ventana. Observé al moreno mirarla y medio sonreír.

Resulta que Lincon era el que siempre cedía.

Con el tema de la música, terminaron intercalando las canciones, una de ella y una de él. Emma y yo no teníamos ni voz ni voto.

- Lincon- Lo llamé

- Mmm

- ¿Que haremos después del partido?

- Fiesta.

Me había dado cuanta de otra cosa. Milly lo hacía hablar. Aunque solo fuera para pelear, era la primera vez desde que lo conocí, hacían dos años antes, que lo escuchaba hablar tanto.

- ¿Pierdan o ganen?- Pregunté, solo quería molestarlo, y se me daba muy bien.

- ¿Y que te hace pensar que van a perder?- Milly respondió, casi que ofendida por mi pregunta.

- Oye, solo estaba hablando de las posibilidades.

- Esas posibilidades no existen, princeso- Dijo el moreno, con toda la seguridad que puede haber.

- Rush ¿Se puede saber porque te dicen así?- Preguntó Emma.

- Yo tampoco lo sé muy bien, un día me comenzaron a llamar así y ya nunca se les quitó.

Él no dio explicaciones. Pasamos el resto de la tarde escuchando las guerras y treguas que se desancadenaban cada vez que Lincon y Milly no estaban de acuerdo con algo. Casi todo el tiempo.

Para cuando llegó la noche, Milly estaba dormida en el asiento del copiloto y Lincon estaba vostezando.

- Paremos en el primer hotel de carretera que veamos.

- Buena idea- Apoyo Emma. Había pasado la mayor parte del viaje mirando su celular y de vez en cuando me mostraba uno de los trabajos que estaba haciendo y los detalles que quería mejorar y yo le decía que podía cortar por allá y agregar por aquí.

- Okey- El moreno contestó, cansado. El pobre seguro tenia el culo acalambrado y unas terribles ganas de dormir.

Encontramos un hotel no mucho tiempo después. No tenía la mejor pinta, pero seguro que las camas servían.

Milly seguía dormida y Lincon hizo algo que nunca en mi vida pensé que iba a ver.

La cargó al estilo nupcial cuando ya habíamos apartado las habitaciones, dos, una para Milly y Emma, y otra para Lincon y para mí, las dos en el primer. Entró al cuarto de ellas y acostó con el más delicado de los cuidados a la más pequeña en la cama. Le apartó un mechón de pelo de la cara y salió sin decir una sola palabra.