La Ira del Legado

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Narracion de Yamato

Al escuchar la noticia de que un piloto de Fórmula 2 fue asesinado y que no se encontraron huellas, una oleada de sospechas comenzó a invadir mi mente. ¿Qué significa esto? ¿Es que Mika no puede actuar de manera limpia? Parecía tan controlada, tan decidida a hacer las cosas bien. Pero ahora, todo se ha torcido de nuevo. Y lo peor de todo es que no tengo derecho a preguntarle, a exigirle nada. Nuestra amistad, nuestra relación... se rompieron hace tanto tiempo que ya no queda nada que salvar. Solo queda el resentimiento, el rencor acumulado, y una rabia fría que me consume lentamente. Todo se reduce a un deseo oscuro: quiero matar a Omar.

Los días pasan y siento cómo esa ira se va asentando en mi pecho, mientras la presión de la empresa de mi padre me asfixia más cada día. No era para esto que había nacido. No quería ser el sucesor de un imperio empresarial que nunca me interesó. Todo lo que deseaba, lo único que anhelaba, era la velocidad. Esa sensación de libertad, de estar al borde del peligro, controlando cada curva, cada acelerón. Pero mi padre... mi padre lo arruinó todo. Su legado se convirtió en mi prisión, y cada día que pasa me consume más, hasta que a veces, sin darme cuenta, me sorprendo deseando estar muerto. Sí, muerto, porque al menos en ese estado no tendría que arrastrar esta existencia vacía.

Hubiera preferido seguir soñando con ser un piloto profesional. Pero ese sueño murió el día del accidente.

Flashback

Era una noche como tantas otras, pero con un toque distinto, una adrenalina más aguda que lo habitual. Las carreras clandestinas eran mi refugio, el único lugar donde podía sentir que mi vida tenía sentido, aunque fuera por un instante. Sabía que era peligroso, que cada carrera era una apuesta contra mi propio destino. Pero la velocidad, el rugido de los motores, el viento cortando mi rostro... todo valía la pena.

La pista aquella noche era un recorrido traicionero, escondido en las afueras de la ciudad, rodeado de oscuridad y personas que sólo buscaban emoción. No era oficial, no había normas, sólo velocidad pura y salvaje. No me importaba. Estaba obsesionado con ganar, con ser el mejor, incluso en un lugar donde no había trofeos, sólo respeto.

El momento fatal llegó en una curva cerrada. Iba demasiado rápido, más de lo que podía controlar. Sentí cómo el auto se deslizaba, perdiendo tracción. El volante ya no respondía a mis manos. Intenté frenar, pero era inútil. Todo pasó en cuestión de segundos. El mundo giró a mi alrededor, las luces se volvieron líneas borrosas en la oscuridad. El auto se estrelló contra una barrera metálica, el sonido del impacto fue ensordecedor. Recuerdo el crujido del metal doblándose, el dolor inmediato cuando mi cuerpo chocó contra el cinturón de seguridad, y luego... el silencio.

Desperté entre los restos de mi coche, apenas consciente. Mi cuerpo estaba atrapado entre los escombros. La sangre goteaba lentamente desde mi cabeza, empapando mi ropa, mientras intentaba moverme sin éxito. Los gritos de los que estaban cerca, los que habían venido a ver el espectáculo, se desvanecieron en mi mente. Solo podía escuchar el pitido agudo en mis oídos y sentir cómo la oscuridad comenzaba a arrastrarme. Me habían dicho que las ambulancias llegaron tarde, demasiado tarde. Pero, en ese momento, no me importaba. Algo dentro de mí ya había cambiado.

Fin del Flashback

Ese accidente no solo destruyó mi cuerpo, sino que también terminó con mis sueños. Desde entonces, todo ha sido cuesta abajo. Mi vida dejó de ser mía. El destino, o lo que sea, me empujó hacia esta existencia vacía, hacia la empresa de mi padre, hacia la vida que nunca quise. Y cada vez que cierro los ojos, las imágenes de esa noche me persiguen, recordándome lo que perdí. Me quedé atrapado en una prisión que no tiene barrotes visibles, pero que me encierra con más fuerza cada día.

A veces, pienso que lo único que me queda es la destrucción. Si no puedo controlar mi vida, al menos puedo controlar cómo acaba. Y si para ello tengo que enfrentarme a Omar, si tengo que acabar con él... que así sea.

Al día siguiente, el inicio de semana me recibió con una sensación extraña. Caminé hacia los pits, intentando no pensar demasiado en todo lo que estaba pasando, pero ahí, en la distancia, vi a Mika... o mejor dicho, Ethan. Aunque la reconocí al instante, el hecho de que aún mantuviera ese otro nombre me recordó lo complicado que se había vuelto todo. Suspiré y, antes de que pudiera pensar mejor en mis palabras, empecé a caminar hacia ella.

No tuve que avanzar mucho. Apenas me acerqué, Mika se adelantó y me abrazó con fuerza, lo cual me tomó por sorpresa.

— Sabía que vendrías —murmuró, sonriendo antes de soltarse de mí.

Su sonrisa, aunque cálida, llevaba algo oculto, una especie de distancia que no estaba allí antes. Se apartó ligeramente, mirándome con esos ojos que solían llenarse de energía y determinación.

—Hoy Omar y yo vamos a salir a comer... es mi cumpleaños, cumplo 16 —dijo en un susurro, como si aquello fuera un secreto que solo unos pocos pudieran compartir.

—Puedes venir —añadió Omar, apareciendo de repente a su lado, como si hubiera estado esperando ese momento para hablar.

Por dentro, quería decirle que no. Que hoy, precisamente hoy, quería un descanso de todo. Pero se me había olvidado por completo su cumpleaños. La culpa me golpeó como un golpe en el estómago. Mika y yo habíamos sido tan cercanos antes, ¿cómo había podido olvidar algo tan importante?

—Eso es lo que te quería pedir —dije finalmente, intentando no dejar ver mi incomodidad—. ¿Dónde será la celebración?

Más tarde

Nos encontramos en un restaurante apartado, un lugar que Mika había elegido cuidadosamente.

Mika estaba sentada en el centro, como la estrella de la noche. Parecía relajada, aunque de vez en cuando, su mirada se perdía en algún punto lejano, quizás en pensamientos que no compartía con nosotros. Omar estaba a su lado, siempre pendiente, casi como una sombra protectora. Su presencia no era molesta, pero no podía ignorar que algo en él me ponía en alerta.

—Vamos a brindar —dijo Omar de repente, levantando su copa con una sonrisa que parecía más un gesto de costumbre que una verdadera celebración.

—Por Mika —dijo Omar, mirando a Mika con una intensidad que me incomodaba—. Por tus 16 años y por todo lo que está por venir.

Todos bebimos y la charla continuó, pero mi mente estaba en otra parte. Observaba a Mika. Sabía que algo estaba pasando entre ella y Omar, algo que no quería admitir, pero que me hacía sentir que me estaban dejando atrás.

La comida llegó, y aunque el ambiente estaba lleno de risas, especialmente las de Mika, notaba que había una barrera invisible entre nosotros. Ella hablaba y reía, pero sentía que sus palabras no llegaban a mí, como si se hubiera alejado más de lo que podía soportar.

—Feliz cumpleaños —dije finalmente, cuando encontré el momento de quedarme a solas con ella un momento.

Mika me miró y sonrió, esa sonrisa que conocía de toda la vida, pero incluso en esa sonrisa podía sentir la distancia.

—Gracias, Yamato —respondió suavemente, con un toque de melancolía en su voz—. Es bueno que estés aquí.

Me quedé en silencio por un momento, buscando las palabras que nunca llegaban. La relación que teníamos antes parecía estar tan lejos de lo que éramos ahora. Sentía que había perdido a la Mika que conocía, y aunque aún estaba aquí, algo había cambiado entre nosotros.

El resto de la noche pasó en una especie de niebla. Observaba cómo Mika y Omar se acercaban cada vez más, y aunque intentaba no dejarme consumir por la rabia, era difícil. Omar era el tipo de persona que sabía cómo colarse en la vida de los demás, y ahora parecía que había hecho lo mismo con Mika.

Cuando la noche terminó y nos despedimos, algo dentro de mí se quebró. Sabía que las cosas no volverían a ser como antes. Y aunque intentaba convencerme de que todo estaba bien, no podía sacudirme la sensación de que algo oscuro se cernía sobre nosotros.

El silencio De Un SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora