Sombras en la Pista

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Narracion de Omar

Pasaron varios días y todo seguía según lo planeado. No había sucedido nada fuera de lo normal, excepto el incidente con la policía, pero lograron desestimar a Mika por falta de pruebas sólidas. Me encontraba en los pits, revisando algunos detalles, cuando recibí una llamada inesperada.

—Buenos días — respondí con calma.

— Joven, sé que usted hizo bien el trabajo. A excepción de ese pequeño error con el brazalete, no tienen sospechas. Nos vemos esta noche en el parque, a las doce en punto.

— Entendido — colgué.

Sentí una tensión inusual, algo que no era propio de mí. Tal vez eran los nervios de saber que Mika se estaba convirtiendo en un obstáculo. A veces me arrepentía de haber permitido que se involucrara en este mundo. Pero ya no había marcha atrás.

— Omar... — escuché su voz detrás de mí.

— ¿Qué sucede?

— Se acerca otra carrera y...

— Si tienes intenciones de asesinar a alguien, Mika, no lo sé. A mí solo me contratan.

Antes de que pudiera continuar, mi celular empezó a sonar de nuevo, varios números desconocidos aparecían en la pantalla.

— ¿Es en serio? — Mika cruzó los brazos, visiblemente frustrada.

—Esto no me había pasado antes, pero escucha — la miré fijamente — Necesito que no dejes cabos sueltos esta vez. No quiero que ocurra de nuevo lo del brazalete. Estás bajo el radar de varias empresas, y cualquier error podría hundirte.

Mika asintió en silencio y se dirigió a inspeccionar su monoplaza. Sentí una creciente irritación. Quizá estaba empezando a odiarla.

La noche estaba fría y silenciosa en el parque. A lo lejos, vi al hombre con el maletín acercándose lentamente hacia mí. Su postura era seria, como siempre, y su rostro, inmutable.

— Joven Omar — me saludó con un tono grave cuando llegó a mi lado.

— Aquí estoy — respondí, mientras tomaba la maleta que me extendía.

— Eso es todo, ¿verdad? — pregunté, confirmando lo que esperaba.

— Sí, todo en orden. Mi jefe quedó satisfecho con su trabajo. Claro, salvo ese pequeño incidente con el brazalete, pero lo manejó bien.

— Gracias. Fue la primera vez que algo así me ocurrió. Si no fuera por ese error, habría sido un asesinato perfecto, los padres coordinando para matar a sus propios familiares...

— Hubiera sido algo memorable —  asintió el hombre con una sonrisa tenue — Si hubieran logrado escapar después de eso, habría sido una obra maestra.

— Lo sé. Pero ahora tengo a un aprendiz — admití, dejando escapar un leve suspiro — Estoy en la obligación de enseñarle todo, aunque ya es un trabajo de nivel profesional.

El hombre hizo una pausa y me miró con seriedad.

— Solo ten cuidado con ese aprendiz, Omar. A veces, los mismos que crias son los que te traicionan. Como dice el dicho, "cría cuervos y te sacarán los ojos".

Su advertencia me golpeó con fuerza. Sabía que había algo de verdad en esas palabras, aunque no quise admitirlo en ese momento.

— Agradezco el consejo — respondí, aunque por dentro me quedé pensando.

Nos despedimos con un leve gesto de cabeza y cada uno tomó un camino distinto. Sabía que probablemente nunca volvería a verlo. Sin embargo, sus palabras se quedaron resonando en mi mente. "Cría cuervos y te sacarán los ojos". ¿Podría ser cierto? Miré al cielo, pensando en Mika. ¿Sería él quien me traicionaría algún día? Aunque intentaba no creerlo, la duda comenzó a asentarse.

Mientras me alejaba, no podía evitar pensar en lo frágil que era la confianza en este mundo, especialmente cuando tu vida dependía de ella.

Narracion de Mika

Estaba en mi departamento, sola, rodeada de un silencio pesado. Las fotos de Yamato y yo llenaban mi mente. Las miraba una y otra vez, intentando sentir algo más que el vacío que me había dejado su ausencia. Lo extraño, más de lo que quiero admitir. Su sonrisa, sus consejos, todo lo que compartimos... No, no debo llorar. Sé que eso no me ayudará, pero la realidad es que desearía tanto que él estuviera aquí, guiándome como antes.

El teléfono sonó de repente, interrumpiendo mis pensamientos. Era Omar.

— Hola, Omar, ¿qué pasa? — dije, tratando de sonar más calmada de lo que realmente estaba.

— Mika, sé que es tarde, pero para la próxima competencia hay un trato. Tenemos que hacer nuestro ritual — respondió con su voz directa y cortante, sin lugar a dudas.

— Bien — contesté de inmediato, y antes de que pudiera decir algo más, me colgó.

Solté un suspiro largo, sintiendo una mezcla de emoción y tensión. Sabía que debía tener cuidado, no solo con mis palabras, sino con todo lo que hiciera. Cada paso era importante, y no podía permitirme errores. Sobre todo, debía ser cuidadosa con lo que llevara encima, lo que representara mi imagen. El brazalete, lo que sucedió con él, me había costado caro.

Esa noche me acosté, pero el sueño no llegó fácilmente. Al cerrar los ojos, solo podía sentir esa lucha constante en mi interior. Una parte de mí quería hacer lo correcto, pero otra... otra estaba cayendo en lo oscuro, en lo que Omar me había enseñado. ¿Dónde estaba la línea entre el bien y el mal? ¿La había cruzado ya?

Al día siguiente

Me levanté temprano, el día prometía ser intenso. Omar y yo nos encontramos en el circuito de entrenamiento para la Fórmula 3. Las carreras no eran solo mi pasión, sino mi escape. Me sentía libre cuando estaba en la pista, cuando todo lo que importaba era la velocidad y el control. Pero esta vez, era diferente. Tenía que prepararme para algo más grande, más peligroso. La competencia iba más allá de lo que se veía en la pista.

— Mika, hoy no es solo para perfeccionar tu técnica en la pista. Hay más en juego — me dijo Omar, serio, mientras yo me preparaba para entrar al monoplaza.

Asentí sin decir nada. Sabía que las palabras no harían diferencia aquí. Aceleré, sintiendo cómo el motor rugía debajo de mí. Cada curva, cada recta, cada frenada... todo debía ser perfecto. Sentía la presión de Omar observándome desde fuera, calculando cada uno de mis movimientos. Pero no era solo el manejo lo que estaba en juego.

Después de varias vueltas, me detuve. Omar ya estaba esperándome.

— Buen trabajo, pero ahora viene lo importante — dijo, llevándome a una sección más oculta del circuito.

El verdadero entrenamiento comenzaba ahora. No solo era una carrera en la pista, sino una en la vida. Omar me había enseñado lo que significaba moverse en las sombras, ser invisible, y hoy practicaríamos eso.

Entramos a una instalación subterránea, donde me esperaba un reto distinto. Había cámaras, sensores, guardias simulados. Todo estaba diseñado para que aprendiera a moverme sin ser detectada. Omar me daba instrucciones precisas, frías.

— Aquí no puedes ser vista, Mika. No puedes permitirte errores — me recordó.

Cada fallo significaba repetir el ejercicio. Al principio fue frustrante, cometer un error tras otro. Pero me obligué a mantener la calma. Esto no era solo por la competencia, era por mi supervivencia.

Pasaron horas, quizás más de las que me habría gustado. Mi cuerpo ya estaba agotado, pero sabía que no podía rendirme. La voz de Omar resonaba en mi mente, exigiendo perfección.

— Un solo paso en falso y estarás acabada — me decía.

Finalmente, el entrenamiento terminó, pero no la batalla interna que seguía librándose dentro de mí. Me dirigí a mi departamento con los músculos dolidos y la mente saturada. Sabía que este mundo no daba tregua, ni segundas oportunidades. Y ahora, más que nunca, sentía el peso de lo que estaba en juego.

Mientras la noche caía una vez más, cerré los ojos y me di cuenta de algo: mis emociones seguían en esa eterna lucha entre el bien y el mal.

El silencio De Un SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora