Revelación

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Narración de Mika

Han pasado días desde que Yamato me dio ese beso, y desde entonces ha estado distante. No lo culpo, debí haber pensado mejor las cosas antes de confesar mis sentimientos. Era mi mejor amigo, y ahora nuestra relación parecía irreparable. Mientras caminaba hacia las oficinas de la compañía, me detuve al ver a una niña jugando con su padre en un parque cercano.

Flashback

— Mamá, ¿quién es mi papá? —pregunté abrazándola.

— Te dije que de él no se habla —me empujó bruscamente—. Ve a jugar, nos vamos en 10 minutos.

Me alejé de ella, buscando un lugar para esconderme y llorar. Encontré un tobogán y me senté detrás de él, tratando de contener las lágrimas.

— ¿Por qué lloras? —preguntó un niño más grande que yo—. Si sigues llorando, solo te harás daño a los ojos.

— Vete, no debo hablar con extraños.

— Me llamo Yamato, ahora ya no somos desconocidos.

— Me... llamo... Mika —respondí, observándolo más de cerca—. ¿No eres muy grande para estar aquí?

— Solo estoy buscando a mi hermano, se perdió —dijo mientras se sentaba a mi lado—. Vi lo que tu mamá te hizo. ¿Dónde está tu papá?

— No tengo papá. Según mi mamá, él se fue con otra mujer más joven, y ya no nos busca porque formó otra familia feliz.

— A veces los papás dejan de quererse y, cuando eso pasa, los hijos son los que más sufren.

— No le creo. Ella siempre llora por las noches. Cree que soy una estúpida, pero no lo soy...

— ¡¿Mika?! —gritó mi madre desde la distancia.

— Me llama mi mamá. Si el destino quiere, nos volveremos a encontrar algún día —dije mientras me levantaba y corría hacia ella.

Fin del flashback

Ver a esa niña con su padre me hizo darme cuenta de cuánto me faltaba una figura paterna. Yamato había asumido ese rol en mi vida, pero lo que sentía por él iba más allá de lo fraternal, y eso me confundía. Entré en las oficinas de la compañía y saludé a la secretaria.

— Buenas tardes, señorita. ¿Puedo hablar con la encargada?

— ¿Cuál es su nombre?

— Mi nombre es Ethan...

— Ah, joven Ethan. Llegó temprano. Suba a la oficina del jefe, tenemos que hacerle las mediciones para su traje —dijo la secretaria, llevándome hacia la oficina.

Me sentía nerviosa. ¿Y si al medir mi cuerpo descubren mis vendas? Mi mayor temor era ser descubierta.

— No estés tan nervioso, son solo mediciones —me tranquilizó al notar mi preocupación.

Entramos en la oficina, donde me recibió una joven encargada de tomar mis medidas.

— El jefe está ocupado, pero me encargó que te midiera. Necesito que te quites algunas prendas para comenzar —dijo amablemente.

Me quité la sudadera, dejando solo una camiseta ajustada. La joven empezó a medir mi cuerpo con una cinta métrica, aunque pronto notó algo raro.

— Es curioso... tu anatomía es diferente a la de un hombre —comentó.

— Cada cuerpo es único —respondí con una sonrisa forzada, intentando desviar la atención.

— ¿Cuánto tiempo llevas trabajando para el jefe? —le pregunté para romper el silencio incómodo.

El silencio De Un SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora