INMORTALIDAD, LOCURA O INOCENCIA

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Capítulo 7: Enfrentamiento y consuelo

"¡Despierta!" Dijo alguien en la oscuridad. El erizo morado claro seguía sin salir de su estupor, no quería nada más que seguir durmiendo. Entonces, una fuerte bofetada en la mejilla lo despertó de golpe.

El asesino colgaba de sus muñecas con cadenas, con los pies colgando sobre tierra y ceniza. Sus pupilas se encogieron de miedo cuando encontró su entorno horriblemente familiar. Era su antigua jaula...

El erizo comenzó a entrar en pánico mientras trataba de soltarse, pero fue en vano. Después de varios intentos fallidos de tirar y golpear las cadenas de metal contra los barrotes, decidió mantenerse lo más quieto posible. De repente, una quemadura punzante azotó sus hombros desde atrás, lo que le hizo arquear la espalda y gritar de agonía. Sus pies se resbalaron debajo de él y se balanceó frenéticamente hacia un lado mientras la sensación de ardor se hundía en su piel. Pero su recuperación no fue completa cuando el látigo volvió a cortarle la espalda con más fuerza. El erizo morado gruño de dolor, sabiendo muy bien quién le había dado los azotes. Lentamente levantó la cabeza y miró intensamente al que estaba detrás de él. Regina sonrió, con una mano apoyada en el corsé negro que le apretaba la cintura para revelar más de sus caderas. El vestido de cuero negro le llegaba hasta los tobillos, casi como si fuera a un funeral, solo que era demasiado inapropiado para algo así.

"Me alegra verte despierto" habló Regina en tono sádico con extraña alegría. "Sinceramente, no recuerdo la última vez que temí por mi vida, y casi me tuviste a tu merced dos veces. Pensaste que podias matarme, pero la suerte estuvo de mi lado. Todo sucede por una razón. Así que gracias a ti, en realidad tengo suficientes almas para continuar con el ritual que interrumpiste esa noche"

El erizo había abierto los ojos de par en par en estado de shock si fuera posible, pero un miedo loco habia surgido y era todo lo que podía expresar frente a la zorra sin corazón. Ella solo rió con placer macabro ante su reacción. Regina se acercó, acariciando su mejilla en lo que se habria considerado ternura si cualquiera otra persona lo hubiera hecho. Se tensó, preparándose para algo de crueldad. De repente, ella tiró del hilo que cosía el lado izquierdo de su boca y él hizo una mueca.

"¿Qué es esto? ¿Finalmente te diste cuenta de que eres diferente? Se necesitaría mucho más que eso para hacerte presentable en público" la vergüenza lo invadió en una sólida ola de calor. Ella tenía razón... Con una risa burlona, tiró del hilo nuevamente, reabriendo los cortes sensibles en sus labios y haciendo que sangraran. Pero no sé atrevió a apartarse, sabiendo que si lo hacía, ella solo tomaría represalias haciendo algo peor, como arrancar los hilos por completo.

Regina parecía aburrirse de este método de tormento, así que abrió la mano. Apareció un destello de llamas, que cambió a Violetta antes de alargarse hasta convertirse en lo que solo podía ser un látigo. La respiración del niño era rápido y entrecortada, sus pupilas tan pequeñas por el terror que no podía ver nada más que el arma que atormentaba sus sueños.

"Todavía tengo tiempo que matar antes de que comience la ceremonia. Hasta entonces, hagamos que valga la pena mi tiempo"

Lo siguiente que supo el erizo fue que el látigo se enroscó alrededor de su pecho y luego se cerró de golpe, dejando una roncha de piel quemada. Y el eco de los azotes se mezcló con el tintineo de las cadenas y el doloroso gemido de un niño atormentado.
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Athena cabalgó y cabalgó, y solo disminuyó la velocidad cuando estuvo a una distancia segura del castillo de Cosium. Se disculpó en silencio con la gente de su reino, pero sobre todo con Alexei y Reveka, por su imprudencia.

Sin embargo, sabía que tenía un hijo al que rescatar de un destino horrible, a pesar de los crímenes que había cometido.

La Reina erizo siguió el rastro del carruaje que tomó Regina. La zorra había tomado un camino lateral para evitar llamar la atención, lo que la hacia fácil de rastrear, al menos mientras aún quedaba algo de luz del día. Athena instó a su mística a ir más rápido, sabiendo que en el momento en que oscureciera demasiado no tendría más remedio que detenerse, ya que no tenía ningún medio para iluminar su camino.

LA HISTORIA DE COSIUM (TRADUCIDO AL ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora