Capitulo 4

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Con el paso de los años, Hizzan se había transformado en un joven formidable.

Su habilidad con la espada era innata, un don que parecía haber nacido con él. Cabalgaba como si fuera una extensión natural de su cuerpo, y en cada batalla, luchaba con una ferocidad y un esmero que rara vez se veían en alguien de su edad. Salía victorioso en la mayoría de los enfrentamientos, acumulando logros que habrían llenado de orgullo a cualquier guerrero.

Apesar del arduo trabajo y la disciplina que su vida demandaba, Hizzan estaba convencido de haber alcanzado lo que más anhelaba: El orgullo y la admiración de su padre. Aunque la figura del rey era conocida por ser seria y distante, Hizzan podía ver y sentir en su mirada la satisfacción de haber superado las expectativas que siempre habían pesado sobre él a lo largo de los años. Esta percepción elevaba su espíritu y, sin duda, su ego.

A los diecisiete años, el príncipe disfrutaba de la sensación de superioridad que le brindaba la derrota de cualquier soldado que se atreviera a enfrentarlo en duelo. Y aunque en raras ocasiones podía perder, al menos tenía la autoridad para exigir la revancha que su alma necesitaba. Había algo en lo más profundo de su ser que se llenaba de satisfacción al ver a su oponente dejar caer la espada o caer derrotado a sus pies, incapaz de continuar, otorgándole la victoria que tanto deseaba. Sin embargo, no todas las victorias estaban libres de manchas.

En más de una ocasión, su temperamento lo superaba, y ese descontrol tomaba las riendas. En esos momentos, recordaba las palabras de su padre, quien le enseñó a utilizar ese instinto oscuro a su favor, de la manera en que llegara. Gracias a esto, había desfigurado más de un rostro en combate y, en una ocasión, se había ganado la sospecha de estar involucrado en la desaparición de uno de los soldados más jóvenes, tras un combate que habia librado con dicho soldado luego una feroz disputa con el rey. El principe no recordaba mucho, pero aún podía sentir el espeso calor que emanaba la sangre impregnada en sus manos. Y todo provocado por la misma razón que siempre lo desestabilizaba.

Para Hizzan, los escasos elogios de su padre eran suficientes para alimentar su ambición, pero también la falta de ellos o las incontenibles peleas podían alimentar su furia. Aunque, debía reconocer, había aprendido a controlarse frente a él. Aunque le llevara años, y a veces podia no evitarlo, pero por lo general lo lograba.

En ese preciso momento, se encontraba en uno de esos duelos que tanto disfrutaba, enfrentándose a tres soldados en un rincón apartado del campo de entrenamiento. Era una oportunidad perfecta para liberar su mente, siempre y cuando obtuviera el resultado deseado.

Con una concentración absoluta, Hizzan atacaba y se defendía con una destreza asombrosa. Su espada se movía con precisión, cortando el aire con cada golpe. Los tres soldados que luchaban contra él se esforzaban al máximo, pero el príncipe parecía estar siempre un paso adelante. Cada ataque que recibía lo devolvía con el doble de fuerza, y cada defensa era seguida por un contraataque letal. Uno tras otro, los soldados fueron cayendo. El primero recibió un golpe en el hombro que lo derribó de inmediato, el segundo fue desarmado con un rápido giro de la espada, y el tercero, tras un agotador intercambio de golpes, cayó al suelo sin aliento, incapaz de continuar.

Hizzan se quedó de pie en el centro del campo, respirando con dificultad, pero con una satisfacción evidente en su rostro. La batalla había sido exhaustiva, pero también profundamente reconfortante. Miró a los soldados que yacían en el suelo a su alrededor, sabiendo que, una vez más, había demostrado ser el guerrero que su padre siempre había esperado que fuera.

-Nada mal, su alteza-le había dicho el guardia que había logrado levantarse a su lado cubierto de tierra y sudor.

-Lo mismo digo-pronunció tendiendole su espada mientras el segundo guardia ayudaba al terceros a dejar el piso-Necesitaba este entrenamiento, pero ya fue suficiente.

EL SECRETO DEL PRINCIPE {Los Cuatro Reinos #3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora