Antes de comenzar esta historia quiero aclarar que no le quiero faltar el respeto al caso de los hermanos Menendez, esta historia es con un fin de entretenimiento y creo que todos estamos de acuerdo en que el caso de los Menendez fue una total injus...
En el verano de 1989 me encontraba de mudanza con mi familia, a punto de comenzar una nueva vida en Beverly Hills, decidí tomar un paseo por el vecindario, me causaba mucha curiosidad todo lo que me rodeaba y quería conocer más el lugar y a la gente. Caminaba lentamente, observando todo a mi paso, cuando sin querer, tropecé con una piedra y caí al suelo.
—¡Auch!—Todo iba bien hasta que tropecé pero al levantar la mirada para después subir mi cuerpo por la caída, vi a un hombre de cabello ondulado y negro acercarse a mí con una ligera sonrisa.
—¿Estás bien?—Me preguntó él, mirándome fijamente a los ojos.
—Sí, claro—le respondí un poco avergonzada.
Me extendió su mano para que pudiera levantarme, y yo por supuesto la tomé, me pareció un gesto muy amable para una persona que ni siquiera conocía.
—¿Eres nueva por aquí? Nunca te había visto—preguntó mirándome de arriba hacia abajo pero de buena forma.
—Sí, hace poco que me mudé aquí con mi familia—le respondí agarrando un mechón de pelo para colocarlo detrás de mi oreja.
—Ahh, que bien, te divertirás mucho aquí—dijo sonriendo de oreja a oreja.
—Eso espero—respondí contenta de haber conocido ya a alguien en el vecindario.
—No me he presentado, mucho gusto, soy Erik Menendez—me dio su mano.
—Mucho gusto yo soy _______ Jones—le di la mano y nos dimos un fuerte apretón.
—¿Por qué decidiste mudarte aquí?—Me preguntó poniendo sus manos atrás de su espalda baja.
—Pues mi familia dice que este es un mejor lugar para vivir comparando al que residiamos antes, así que decidimos hacer un cambio en nuestra vidas y mudarnos aquí—contesté un poco tímida.
—Me alegra, este lugar es precioso y se que te va a encantar—afirmó con un tono alegre.
Lo miré fijamente y solo sonríe, luego me propuso que fuéramos a visitar los sitios más lindos de Beverly Hills y claramente acepté, así que hicimos una caminata un poco larga para que el me pudiera enseñar sus lugares favoritos en el vecindario.
—Y bueno, este es el último lugar al que te llevaré hoy—dijo con su bella y tierna sonrisa.
—Fue muy divertido, gracias Erik—le dije feliz de haber conocido tantos lugares.
—Ha sido un placer, cuando quieras, podemos salir, ¿Que tal si me das tu número?—expresó un poco nervioso por no saber cual sería mi respuesta.
—Claro que sí—respondí feliz y le di mi número.
Nos despedimos con un beso en la mejilla y cada uno fue directo hacia su hogar.
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Al llegar a su casa, Erik se fue directo a al cuarto de su hermano, a contarle la chica tan linda que había conocido en la calle hoy.
—Rs demasiado linda, su pelo es castaño claro, sus ojos son tan grandes como para perderte en ellos, su cuerpo es tan majestuoso, como una modelo de revista—le contó a su hermano entusiasmado por ella.
—¿Estás enamorado de ella o que?—le pregunto su hermano alzando una ceja.
—Aún no, me falta conocerla pero físicamente es perfecta y no solo eso, también parece ser muy educada e inteligente—le respondió a Lyle.
—Pues me alegro por ti, espero que todo te surga bien—Lyle le deseo buena suerte a su hermano en su ilusión de conocer mejor a la chica.
—Gracias hermano—le dijo feliz y entusiasmado.
Yo al llegar a mi casa, estaba un poco agotada de tanto caminar con Erik por horas, así que de inmediato subi las escaleras y subí hacia mi cuarto para recostarme un rato.
—¿Que estabas haciendo, por que te demoraste tanto en volver?—Me preguntó mi madre abriendo la puerta de mi habitación con un poco de fuerza.
—Lo siento mamá, estaba caminando y conocí a un muchacho muy lindo, se llama Erik Menendez y empezó a mostrarme todo el vecindario—le aclaré a mi madre.
—¿Erik Menendez? Hijo del magnate José Menendez—preguntó mi madre sorprendida.
—Ehh, al parecer sí, ¿Por qué?—le pregunté confundida.
—Ese muchacho es hijo de un empresario millonario, hija—dijo mi mamá empezando a sonreír.
—Wow, no lo sabía—dije aún un poco confundida pero igual de asombrada que mi mamá.
—Tienes suerte, ojalá se fijará en ti—dijo mi mamá alzando las cejas.
—Apenas lo conozco mamá—le contesté.
—Eso ya lo veremos—afirmó ella.
Al ir a dormir solo podía pensar en Erik, sin saber que al igual que yo, el sentía una atracción por mí y quería conocerme más a fondo, para ver que nos podría deparar el destino.
