1 | 5. Enfermería

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Lo primero que registra cuando la conciencia vuelve a su mente es dolor. Es un dolor profundo que parece provenir de un punto. Se extiende por todo su cuerpo. Se filtra en cada músculo y hueso del mismo modo que lo haría el calor. Se siente abrumado y quiere dejar que la oscuridad consuma su mente una vez más. Adormecerse ante la sensación de su propio cuerpo.

Mientras el dolor parece permanecer cristalino, todo lo demás se siente brumoso y pesado. Sus músculos no responden inmediatamente a sus órdenes y los sonidos le llegan a través de una capa de lana gruesa. Incluso con los ojos cerrados puede sentir que la luz ya le hace doler la cabeza. Los cierra rápidamente después de intentar echar un vistazo a su alrededor, la luz era demasiada y todo parecía un poco borroso de todos modos.

Su sentido más claro es el olfato. El delator olor a desinfectante, hierro y hierbas le indica que está en la enfermería. Aunque la sábana rígida de la cama en la que está también podría haberle delatado.

Ace también sabe que no está solo. Aunque parece que su regreso al mundo de la vigilia aún no se ha notado, es sólo cuestión de tiempo. Mueve un brazo de debajo de las sábanas y oye el tintineo de un metal. A un lado, se oye el suave golpeteo de unos pasos que se acercan a él. Ace consigue abrir los ojos frotándoselos con el brazo, que no hace ruidos metálicos, hasta que toda la borrosidad desaparece de su visión.

"Me alegro de verte despierto -yoi". La voz de Marco consigue atravesar la capa amortiguadora y pronto hay una mano en su cara y una luz aguda le ilumina los ojos. Ace retrocede un poco, pero el cansancio le golpea y no consigue ir muy lejos. En lugar de eso, cierra los ojos y gira la cabeza para alejarse de la luz.

"Las pupilas parecen normales, el tiempo de reacción fue un poco lento pero está bien". Ace quiere gritarle a Marco que le avise la próxima vez, pero sólo consigue emitir un graznido mientras empieza a toser. La tos le tira del costado y hace que el dolor se multiplique por diez, lo hace jadear y doblarse en la cama. Siente la garganta seca y áspera, como si llevara tiempo sin usarla. Le ponen un vaso frío en la mano y una mirada le dice que es agua. Siente que una de las manos de Marco descansa suavemente sobre su espalda, moviéndose en círculos tranquilizadores mientras Ace intenta controlar el dolor.

Al cabo de unos minutos, tanto el dolor como la tos remiten y Ace acepta agradecido el trago que le ofrecen. Intenta beber de un trago, pero otra mano se acerca y le frena. "Despacio, Ace, no quiero que te ahogues -yoi". Ace nota que el otro hombre parece un poco cansado.

Agita un brazo y va a responder, pero de nuevo ese tintineo llama su atención y en su lugar se mira la muñeca. Lleva un brazalete de metal, que no está conectado a nada ni lo encadena. Ace lo siente extrañamente pesado y lo vuelve a sacudir para cerciorarse de que realmente está ahí. La pesadez, que en un principio había atribuido a sus músculos cansados, parece provenir del brazalete. Marco se da cuenta de su mirada y saca una pequeña llave de un bolsillo de su bata de laboratorio.

"Perdona -yoi, sé que odias las esposas de piedra marina, pero era un poco necesario mientras estabas inconsciente".

Marco coge suavemente la muñeca de Ace y abre el brazalete. La cosa salta con un tintineo y Ace ve a Marco hacer una mueca cuando la piedra marina toca su propia piel. Coloca rápidamente el brazalete y la llave en la mesita de noche. Ace hace un ruido de agradecimiento mientras se examina la muñeca. Tiene una pequeña marca donde había estado el brazalete y se frota la piel irritada. No parece que le vaya a salir un moretón, pero aún así le ha dejado una banda roja en la muñeca.

El cambio es instantáneo, siente el cuerpo menos pesado. Si antes mantener los ojos abiertos era un reto, ahora le resulta mucho más fácil. También siente el calor que le devuelve la llama, lo que de alguna manera le ayuda a mitigar el doloroso pinchazo en el costado. Levanta la sábana para inspeccionar sus propias heridas, recordando con demasiada claridad cómo la espada le había atravesado el costado.

Conocer a un Amante - MaraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora