14

23 4 0
                                    

Jimin


Me desperté y abrí los ojos. Los sentía hinchados. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la lámpara de pie que había en la esquina, junto a una de las estanterías de obra a medida. Me encontraba tumbada en un gastado sofá de cuero, con una mesita de madera para café todavía más antigua frente a mí. Las contraventanas estaban abiertas, dejando ver que el sol se había puesto por completo.

Retiré a un lado la manta que me cubría. Jungkook debía de habérmela puesto por encima. El corazón se me aceleró. «Jungkook». Él se había ocupado de mí. Me había rescatado.

Me senté y, a pesar de que me picaban los ojos y de un punto de dolor en la frente, me sentía muy bien. Descansado. Resultaba sorprendente, dado que me había puesto como una fiera cuando aquella red cayó sobre mí. Apenas me había dado cuenta de que Jungkook me liberaba de ella. ¿Por qué estaba aquella trampa en su propiedad? Imaginé que tendría que ver con su tío.

¡Dios! Me había asustado muchísimo. Ahora me avergonzaba de ello, pero también me sentía aliviado. De alguna forma estaba…

¿más ligero? Cuando me di cuenta de que Jungkook me llevaba en brazos y vi su expresión preocupada, me sentí seguro… Por eso me había puesto a llorar.

Los pasos de Jungkook a mi espalda, regresando al salón, me arrancaron de mis pensamientos.

Me giré para darle las gracias con una sonrisa tímida en los labios, pero cuando lo vi, me quedé paralizado. ¡Madre del amor hermoso! Se había recogido el pelo y se había afeitado.

Y era… hermoso.

Lo miré boquiabierto.

No, en realidad no era hermoso. Resultaba lo suficientemente masculino para apagar un poco lo que de otro modo sería un modelo de belleza. Tenía la mandíbula fuerte, un poco cuadrada, aunque no de forma exagerada. Sus labios eran anchos y voluptuosos, de un ligero color rosado.

Con el pelo retirado de la cara y recién afeitado, era evidente que sus ojos y su nariz eran perfectos para su rostro. ¿Por qué se ocultaba detrás de todo aquel pelo? Intuía que tenía unos rasgos bonitos debajo de la barba, pero no tanto. Nunca había imaginado que fuera así.

Justo cuando estaba a punto de hablar, se acercó a mí, poniéndose a la luz, y vi la rosada y brillante cicatriz en la base de la garganta. La piel estaba arrugada en algunas partes y plana en otras. Destacaba con fuerza con la perfección de los rasgos de su rostro.

—¿Jungkook…? —suspiré, mirándolo.

Se detuvo, pero no dijo nada. Se quedó allí, con la incertidumbre reflejada en la cara y en la forma en la que se mantuvo rígido e inmóvil. Yo no podía hacer más que contemplarlo, fascinado por su belleza. Algo comenzó a palpitar en mi interior. No sabía lo que era.

—Acércate —dije por signos, señalando el sofá, a mi lado. Me giré, y me siguió para sentarse a mi lado.

Deslicé los ojos por su rostro.

—¿Por qué lo has hecho?

Se mantuvo en silencio durante unos segundos, con la mirada gacha y sujetando el labio inferior entre los dientes.

—No lo sé —confesó cuando alzó las manos. Su expresión se volvió pensativa mientras fijaba sus ojos en los míos—. Cuando caíste en la trampa, no podía hablar contigo para tranquilizarte. No me podías escuchar…, y yo no podía hacer nada. —Desvió la vista un segundo antes de volver a observarme—. Quería que me vieras —dijo con una expresión de profunda vulnerabilidad—. Y ahora puedes verme.

Jungkook 's Voice Adapt. Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora