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Jungkook


Nunca me había sentido más feliz en mi vida. Todos los días trabajaba en la propiedad mientras los cachorros me seguían allá donde fuera, haciendo de las suyas, chocándose con todo y, en general, provocando el caos.

Y cada tarde, el corazón me daba un vuelco en el pecho al escuchar el rechinar de la puerta que anunciaba la llegada de Jimin.

Hablábamos; él me contaba qué había hecho ese día. Sus ojos brillaban cuando me explicaba las nuevas recetas que realizaba en la cafetería ahora que Norm y Jiwon le habían encargado la tarea de renovar algunas partes del menú. Se le veía orgulloso y feliz cuando se reía, incluso cuando me dijo que Norm había admitido de muy mala gana que sus ensaladas eran mejor que las de él. Me comentó que tenía planeado conseguir lo mismo con los platos principales, y me guiñó un ojo al hacerlo, consiguiendo que sintiera una opresión en el pecho al ver lo guapo que era.

A veces yo era consciente de que la observaba demasiado, e intentaba estar mirando para otro lado cuando él reclamaba mi atención. Aun así, quería clavar los ojos en él todo el día, porque para mí era el chico más guapo del mundo.

Me encantaban las vetas doradas que arrancaba el sol de sus cabellos castaños. Me encantaban la forma en que sus ojos se rasgaban un poco hacia arriba en los extremos y sus labios llenos y rosados, como un capullo. Me encantaba besarlos. De hecho, pensé que podría estar besándolo siempre… Sabía a melocotón.

Me encantaba que su cara tuviera forma de corazón, y su sonrisa, y la forma en que le brillaban los ojos cuando su rostro se iluminaba de felicidad. Era tan hermoso y auténtico que el corazón me estallaba en el pecho cada vez que me miraba.

Adoraba su cuerpo delgado y que su piel fuera tan blanca donde la cubría el bañador. Me coloqué los pantalones y alejé la imagen del cuerpo de Jimin de mi mente. Estaba trabajando y debía centrarme.

Eché un poco más de cemento entre las piedras que delimitaban los escalones del porche de atrás. Había encontrado aquellas piedras en la orilla del lago, pero se me ocurrió que quedarían bien con el patio que acababa de hacer.

Estaba terminando cuando escuché que la puerta se abría y se cerraba. Fruncí el ceño. ¿Quién podía ser? Jimin estaría trabajando en la cafetería hasta las dos de la tarde, y solo eran las doce.

Me incorporé y rodeé la casa hacia el camino de entrada. Minjoon se dirigía lentamente hacia la casa, de uniforme, mirando a su alrededor como si nunca hubiera estado aquí antes. Aunque la última vez que vio el lugar era un niño y tenía un aspecto muy diferente.

Minjoon me vio y pareció sorprendido. Seguimos andando hasta encontrarnos frente al porche.

—Hola, Jungkook.

Me limpié las manos en el trapo que sostenía y lo miré, esperando que me explicara para qué estaba allí.

—Qué bonito está esto.

Asentí con la cabeza, agradeciendo el cumplido. Sabía que el lugar había quedado bien.

—Has trabajado mucho. Asentí de nuevo.

—Mira, tío… —Suspiró—. Jimin me ha contado que pasáis tiempo juntos y eso… —Se pasó la mano por el pelo como para darse tiempo a pensar—. Bueno, imagino que quería venir por aquí a saludarte. Y pedirte perdón por no haberme pasado antes.

Seguí observándolo. Nunca me había resultado fácil saber qué pensaba Minjoon. Había caído en sus redes con anterioridad, cuando fingió ser mi amigo, y luego, metafóricamente hablando, me apuñaló por la espalda. Incluso cuando éramos niños, incluso antes del accidente. Tampoco confiaba en él ahora, pero imaginé que la gente podía cambiar, y había pasado mucho tiempo. Iba a darle otra oportunidad. Por Jimin. Solo por él. Porque pensaba que eso lo haría feliz…, y yo haría lo que fuera por hacerlo feliz.

Jungkook 's Voice Adapt. Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora