Capítulo 2

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Nicholas estaba raro hace un mes, lo había notado desde que llegó a casa aquel jueves. Sin embargo, aunque intentó persuadirlo, no consiguió sacarle nada. Tampoco ayudaba mucho que se hubiera escondido del mundo después de... el fracaso de la adoptación, no tenía a nadie que pudiera decirle si había pasado algo con su esposo que se negaba a contarle.

Sus ojos se mantuvieron sobre el más bajo, quien terminaba su desayuno. Iba al hospital después de aquello, lo que significaba que no lo vería por dos días con suerte. Por ende, su oportunidad de preguntar estaba intacta hasta el horario en que Nicholas tuviera que partir a la ciudad.

— ¿Está todo bien? —preguntó.

Tal vez Euijoo se había dejado llevar por la tristeza esos últimos meses, pero podía notar los cambios en su esposo. Y en el momento en que terminó de hacer su pregunta, fue capaz de notar sus hombros tensos.

— Sí.

No fue una respuesta muy convincente, Euijoo sintió ganas de llorar de pronto. Llevaban casados hace cinco años, se conocían hace mucho más, aún si todo ese tiempo había pasado estando juntos, Nicholas jamás le mintió. Inclusive si se trataba de algo malo, o muy malo, siempre tuvo la certeza de que su esposo le diría la verdad. Por primera vez, Nicholas parecía estarle mintiendo.

— No parece —susurró, tomando su propio plato para levantarse y dirigirse a la cocina. Llegó a escuchar el suspiro del otro, pero no se detuvo.

— Solo... estoy estresado por el hospital, nada más.

Mentira. Estaba mintiendole y Euijoo lo sabía, su tono de voz le delató.

Lavó su plato con lentitud, apretándolo fuerte. El pecho se le comprimió mientras una idea llegaba a su cabeza de pronto. Su relación no estaba muy bien últimamente, parecía estar hundiéndose cual Titanic mientras los días avanzaban, él no estaba poniendo mucho de su parte tampoco para que no sucediera. Darse cuenta de que aquello podría llevarle a buscar amor en otra parte latimó su corazón, como si estuviera siendo apretado entre dedos alargados, sin piedad alguna. Y esa mano llevaba directo al hombre que le juró lealtad en un registro civil.

No se dió cuenta de sus lágrimas hasta escuchar el chirrido de una silla corriéndose en el suelo, los brazos de Nicholas envolviéndose en su cintura tan rápido como un parpadeo, su esposo le besó la nuca antes de apoyar su frente allí.

— Podemos darle esa oportunidad a otro niño, Joo.

— No voy a reemplazar a Riku con otro niño, Nicholas —dijo.

Escuchó un nuevo suspiro salir de los labios contrarios, Nicholas le tomó de las caderas para hacerle voltearse y hacer que le enfrentara. Pero Euijoo no pudo mirarle a los ojos, no cuando creía que su esposo estaba engañandole.

— No vamos a reemplazar a Riku con nadie, Joo. Sé que estás dolido por lo que sucedió, pero no puedes seguir de esta manera.

— ¿Y cómo esperas que esté? —le preguntó, sus manos tomando las contrarias para alejarle—. Llevo años soñando con formar una familia contigo, ¡llevamos años luchando para que nos dejen tenerlo con nosotros! ¿Cómo esperas que lo supere de un día para el otro?

— También sueño con formar una familia, Euijoo. Y es por eso que quiero volver a intentarlo, por favor, hagámoslo.

— No lo querías —soltó Euijoo entonces, confundiendo a Nicholas.

— ¿Qué?

— No querías a Riku, por eso estás tan tranquilo con esto —la respiración se le volvió pesada antes de volver a hablar. Porque si le decía al respecto, Euijoo no sabía cómo reaccionar si Nicholas llegaba a confirmar sus sospechas. Tragó saliva y entonces dijo:— Vete. Vete con tu jodido amante y deja a este estúpido soñador de familias felices aquí.

No esperó ninguna respuesta de Nicholas, caminando a pasos rápidos y alargados hacia la habitación, encargándose de cerrar con llave para que no pudiera entrar. Porque sabía que no soportaría verle a la cara una vez más, porque Euijoo sentía el alma cayéndose a pedazos y el llanto comenzaba a dificultar su respiración. Al final, todos sus días terminaban con él angustiandose, ahogándose en lágrimas de dolor. Y ahora también estaba perdiendo al amor de su vida.

Nicholas tardó en comprender las palabras de Euijoo, quedándose parado en medio de la cocina con la garganta seca. ¿Cómo pudo siquiera llegar a pensar eso? Si Nicholas sería capaz de vender su alma con tal de que Euijoo fuera feliz, no podía ni pensar en lastimarlo de tal manera, ni de romper su promesa de lealtad.

Cuando cayó en cuenta de ello, se apresuró en ir hacia la habitación que compartían, tratando de abrir la puerta pero sin lograrlo en absoluto.

— Euijoo —llamó—. Euijoo, no sé qué te hizo creer eso pero te juro, mi amor, que no hay nadie más. Por favor, tienes que creerme.

— ¡Te dije que te fueras! —gritó Euijoo del otro lado. Y aunque parecía rudo, el dolor era palpable en su tono de voz.

— Escúchame, amor. Sé que las cosas han estado mal entre nosotros, pero jamás se me pasaría por la cabeza hacerte algo así. Hacernos algo así. —Nicholas intentó abrir la puerta una vez más, sin embargo, no logró nada.

Esta vez no hubo ni un grito, pero Nicholas escuchó un golpe en la madera y supuso que eso significaba que no iba a escucharlo aún si rogaba de mil maneras diferentes. Así que terminó por rendirse, sin ánimos de seguir esa discusión. Porque aunque tratara, sabía que Euijoo no le escucharía, no en su estado actual.

— Volveré en unos días, por favor responde mis mensajes —dijo Nicholas, mirando entristecido la madera en frente suyo—. Te amo, Joo.

Hubo un silencio tan profundo del otro lado que le congeló la sangre, sus labios dejando ir un suspiro tembloroso. Imaginó que Euijoo estaba muy furioso con él como para decirle que le amaba también, así que Nicholas se enderezó dispuesto a marcharse.

Cuando se volteó, pudo escucharle. Fue en un tono bajo, pero lo suficientemente audible:— Te amo más.

MOONLIGHT. nichojooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora