Parte 12

347 89 24
                                    

1. Si que me demoré en corregir.

2. Llegó el final del manga y esperé que Gojo y Geto caminaran juntos en el aeropuerto. Gato malo.

3. Estos meses no han sido buenos.


┉┅━━━━━━━ ━━━━━━┅┉


Este era el momento que había imaginado una y otra vez: enfrentarse a la persona que había destrozado su mundo, que se había marchado sin siquiera mirar atrás, dejando solo preguntas, dolor, y un vacío insoportable a su paso. Ahora por fin había atrapado a Geto y sin embargo, la rabia que lo había sostenido durante tanto tiempo se entremezclaba con algo más peligroso, algo que no moría por más que intentara sofocarlo.

—Estás despierto —la voz de Gojo rompió el silencio, fría y distante, casi irreconocible para Geto.

Ver a Satoru tan cerca, pero al mismo tiempo tan increíblemente lejos, le provocó a Suguru una punzada inesperada en el pecho. Él también había visualizado este encuentro de innumerables maneras, esperando quizás una despedida digna. Fue ingenuo pensar que Gojo quisiera lo mismo.

—Lo estoy —respondió Geto, con una serenidad que parecía fuera de lugar, como si solo fueran viejos amigos poniéndose al día.

La mandíbula de Gojo se tensó ante la indiferencia de Suguru. Esa calma exasperante, esa aceptación estoica de su destino. Era como si, incluso en cautiverio, Geto siguiera estando fuera de su alcance.

—¿Sabes dónde estás? —Gojo lanzó la pregunta con dureza.

Geto echó un vistazo alrededor de la celda y respondió con su típica tranquilidad—. Supongo que en un lugar seguro... o al menos, más seguro que donde me encontraste.

Una risa seca y amarga escapó de los labios de Gojo.

—¿Un lugar seguro? —Gojo dio un paso adelante, sus puños apretados a los costados—. Estás aquí para ser juzgado. Los viejos del consejo se encargará de eso.

Geto asintió, su mirada fija, imperturbable.

—Si eso es lo que pasa, que así sea. No tengo nada de lo que arrepentirme.

El aliento de Gojo se quedó atrapado en su garganta, su rabia convirtiéndose en hielo en su interior. ¿Cómo podía Geto decir eso? ¿Cómo podía ser tan indiferente, tan insensible, después de todo lo que había hecho... después de todo lo que habían sido?

—¿Nada? —La voz de Gojo era apenas un susurro, pero llevaba consigo el peso de mil palabras no dichas—. ¿Ni siquiera yo? ¿Shoko? ¿Nanami o las niñas? Por cinco años estuviste jugando a la casita con esas maldiciones... ¿y no tienes arrepentimientos? Nunca dejas de sorprenderme Suguru.

Profundos ojos azules brillaron en la celda.

Por primera vez, Geto vaciló. Pocas veces Satoru usó su técnica en él. Una ligera grieta apareció en la fachada perfecta que había mantenido hasta ahora. Pero fue solo un parpadeo, desvaneciéndose tan rápido como había surgido, reemplazada de nuevo por esa serenidad que le resultaba tan enloquecedora.

—Siempre fuiste más fuerte que yo, Satoru. Sabía que tú estarías ahí para los demás. Ese es el tipo de persona que eres... No me necesitabas.

No era mentira.

Las palabras de Geto golpearon a Gojo como un puñetazo. ¿Era eso lo que realmente creía? ¿Que había seguido adelante sin más?

—No sabes nada de lo que necesitaba —escupió Gojo, su ira burbujeando de nuevo a la superficie—. Pero lo sabrás. Me encargaré de eso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Satoru debe vivir (Sugusato/Satosugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora