Día uno

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Los recuerdos estaban siendo vividos de nuevo, las imágenes eran nítidas, tan claras como la pureza del agua.

Como no cualquier amanecer, la mañana presentaba un cielo incierto, entre que florecía o perecía. Pareciese como si dudará en brillar. Tímidas pinceladas de azules y celestes a veces se percibían.

Los cúmulos de vapor avanzaban lentamente. Las aves jonianas relucían el plumaje que emanaba una estela espiritual.

El maestro observaba con cautela, averiguando cierta metáfora en el paisaje.

Aún mucho antes de su prueba final, Zed consideró que, el momento de otorgar el poder de las sombras a su discípulo excepcional, Kayn, había llegado.

Crujían las ramas secas a consecuencia del cambio de estación en Jonia, y también por las pisadas de maestro y discípulo, quienes se dirigían a lo mas profundo del monasterio Kinkou, donde se encontraba la caja, resguardada por algunos acólitos de Kusho. Se abrieron paso por las penumbras del inhóspito templo sin muchas complicaciones.

El noxiano contemplo los alrededores, el lugar estaba cubierto en polvo, partículas blancas flotaban por la atmosfera sagrada, el techo se erguía profundo dando la impresión de ser una cúpula, y ramas de árboles se prolongaban hasta opacar cualquier rayo de luz que osara penetrar en el área.  Las columnas que acompañaban la zona no eran mas que arboles jonianos, bendecidos con magia poderosa que otorgaba fortaleza a las raíces y ramas para erguir al  imponente santuario.

Zed tomó la caja del altar con gentileza e hizo un ademán para que Kayn se acercara.

Así, con tan solo vacilar con la mirada dentro de la caja, un sentimiento de superioridad, poder, invadió su mente.

Un líquido de color indescriptible, tan oscuro como el vacío mismo, cayó sobre los dedos de Zed, el mentor explicó la complejidad de la magia que estaba punto de conferir a Kayn, el  muchacho comprendía los riesgos pero no dudaba de su talento para dominar cualquier arma, o, en este caso, magia, la caja de las lágrimas de la sombra fue abierta por Zed, y Kayn la bebió como si fuera vino.

 No paro hasta que su maestro se lo indico. 

Solo días transcurrieron para que Kayn se adaptará a su nueva habilidad, poder convertirse en un espectro sombrío, una semana pasó y el maestro podía asegurar que su discípulo comprendía casi por completo la magia de las sombras. Le sorprendió un poco, puesto que a él le tomó mucho tiempo aprender.

Cuatro años volaron y el joven guerrero, a sus veintiún primaveras, era superior a todos sus compañeros yánléi, poseía una guadaña darkin que lograba dominar, la magia de las sombras, e incluso planeaba algún día enfrentar a su maestro en un duelo. 

Es entonces cuando Zoe interrumpe súbitamente los pensamientos de Kayn.

-¡Kayn, mira, mira, un venado que flota!

Ambos se encontraban en la mitad del bosque, solos, y rodeados de maleza, sonidos repentinos y sutiles impregnaban al lugar de un aura mágica, como solía describirse a Jonia.

Por supuesto el lugar de acampamiento ya estaba establecido, y él debía de partir pronto.

Se encontraban en algo similar a un descanso, Kayn cruzado de piernas, con su meditación mañanera estropeada.

-Se ve lindo, ajá.- Suelta el noxiano, frunciendo el ceño, su semblante intimidaba, no acorde con sus palabras.

-¡Atrápalo, corre!- Ordena Zoe, mientras persigue, con alegría, el venado de pelaje castaño, con astas de color celeste transparente, y pesuñas que desprendían una estela rojiza.

kayn x zoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora