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La tarde del sábado llegó con un aire de emoción y nerviosismo en el corazón de Nicholas. Había estado pensando en esa salida que había mencionado a Annie durante días, y mientras se preparaba, la ansiedad lo invadía.

Quería que Annie viera a Nicholas como un hombre más que solo un hermano.

Cuando llegó la hora, se encontró esperando en la entrada, vestido de manera casual pero con un toque de elegancia. Su Mustang blanco relucía bajo el sol de la tarde, una extensión de su personalidad en la que sentía una mezcla de orgullo y vulnerabilidad.

—Hola Nicholas —saludó ella, sonriendo de oreja a oreja. Llevaba un vestido simple pero encantador que realzaba su juventud y frescura.

—Annie. —dijo él, sintiendo que su pulso se aceleraba al ver su sonrisa. —¿Estás lista para salir?

Ella asintió, y mientras él abría la puerta del coche para ella, un pequeño cosquilleo recorrió su estómago.

No era una cita, era el comienzo de algo nuevo.

El trayecto hacia el restaurante fue ligero, lleno de risas y conversaciones despreocupadas. Nicholas la escuchaba atentamente, disfrutando de las historias que Annie compartía sobre su vida, sus sueños y sus pequeñas locuras. En cada palabra, sentía que se acercaban más, que la distancia que había mantenido entre ellos empezaba a desvanecerse.

—Y siempre quise ser actriz, pero mis padres pensaban que era un sueño tonto —confesó Annie, mirando por la ventana mientras pasaban por un parque lleno de gente.

—No creo que sea tonto en absoluto. Si es lo que amas, deberías perseguirlo. —Nicholas le respondió. —Además, ya has demostrado que tienes talento. La forma en que conectas con Ethan es como una actuación mágica.

Annie giró su rostro hacia él, sorprendida. —¿En serio crees eso?

—Absolutamente. —Nicholas sonrió, sintiendo que había algo especial en esa conexión. —Has logrado que él se abra, algo que yo no he podido hacer.

Un momento de silencio se instaló entre ellos, y Nicholas pudo sentir que algo diferente estaba floreciendo.

Cuando llegaron al restaurante, un pequeño lugar acogedor con luces tenues y un ambiente íntimo, Nicholas la tomó de la mano mientras entraban, un gesto que hizo que su corazón se acelerara aún más.

Se sentaron en una mesa en la esquina, y a medida que pasaba el tiempo, las conversaciones fluyeron con naturalidad.

—A veces, me siento perdida. No sé si estoy haciendo lo correcto al ser niñera —confesó Annie, con una mirada de vulnerabilidad en sus ojos.

Nicholas la miró con atención, sintiendo que se abría una ventana a su alma. —¿Por qué lo dices?

—Porque quiero hacer algo grande en la vida, y a veces siento que estoy atrapada en un papel que no es el mío. Pero con ustedes, me siento... diferente.

La sinceridad de Annie resonó en él, y sin pensarlo, extendió su mano y la tomó suavemente. —Tú eres más de lo que crees, Annie. No subestimes el impacto que tienes en la vida de Ethan y, por extensión, en la mía.

Ella sonrió, y en ese instante, el ambiente a su alrededor pareció desvanecerse. Todo lo que quedaba era la conexión entre ellos, un hilo invisible que los unía.

Después de la cena, Nicholas sugirió dar un paseo por el parque cercano. La noche estaba fresca y el cielo estaba adornado con estrellas brillantes.

—Mira, las estrellas. —dijo Nicholas, señalando hacia arriba. —Son como pequeños recordatorios de que hay algo más grande allá afuera.

—Sí. —respondió Annie, mirando hacia el cielo. —Me encanta pensar que cada estrella tiene una historia.

Nicholas se detuvo y la miró a los ojos. —Annie, ¿te puedo decir algo? — preguntó mirándola directo a los ojos.

Ella levantó la vista, un destello de curiosidad en sus ojos. —Claro, ¿qué pasa?

—Hay algo que necesito que sepas... algo sobre mí.

Annie asintió, su expresión cambiando a una de apoyo.

Nicholas respiró hondo, buscando las palabras correctas. —Mis padres... ellos... fallecieron hace unos meses.

La revelación flotó en el aire entre ellos, y Nicholas sintió que una parte de sí mismo se liberaba, aunque también le asustaba la vulnerabilidad que estaba mostrando.

—Lo siento mucho, Nicholas. No sabía... —dijo Annie, su voz suave y comprensiva.

—No lo mencioné antes porque... no sé, es difícil. Desde que pasó, he estado en un lugar oscuro. Solo he estado lidiando con el vacío que dejaron —confesó, sus ojos mirando hacia el suelo.

Un silencio pesado llenó el espacio. Annie lo observaba, notando la lucha interna que se reflejaba en su rostro. —¿Y cómo te sientes ahora? —preguntó ella con cuidado.

Nicholas cerró los ojos por un momento, como si buscaran respuestas en su interior. —Al principio, estaba completamente perdido. Pero desde que empezaste a cuidar a Ethan... no sé, me he sentido un poco más... vivo.

—Nicholas... —dijo Annie, inclinándose un poco más cerca de él. La calidez en su voz lo reconfortó.

Nicholas sintió que su corazón latía más rápido. Había algo en la forma en que Annie lo miraba que le daba fuerza.

Annie sonrió con ternura, y en ese instante, Nicholas sintió que su vacío interno comenzaba a llenarse con algo más. Era la primera vez en meses que sentía algo más que el frío del dolor y la soledad.

(@sewage's story)

Apocalypse. Nicholas Alexander Chavez. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora