☀️ Aprendiendo a amar ♥️

Capítulo 5

Claudia

Las palabras de Karina resonaban en mi mente, llenándome de intriga. Tal vez debía alejarme de Diana, pero no estaba segura. No podía juzgar a alguien que apenas conocía. Lo que otros dicen no siempre es verdad.
Al regresar a la casa, el ambiente era festivo; la música sonaba a todo volumen y las luces parpadeaban suavemente, creando una atmósfera de celebración.
Observé a Diana bailando con Miguel, riendo y moviéndose al ritmo de la melodía, mientras Anthony conversaba animadamente con sus amigos en un rincón. Era difícil imaginar que entre Diana y Anthony pudiera existir algo más que amistad.
Con el paso de los días, nuestra relación de amistad con Diana se hizo más fuerte. Había momentos en que me quedaba a dormir en su casa, donde el aroma a palomitas recién hechas y la calidez de su habitación me hacían sentir como en casa. Las noches se llenaban de risas y susurros, mientras veíamos películas con Anthony y Miguel.
Los padres de Diana estaban separados y siempre ocupados, así que ella prácticamente vivía sola. Por eso, cada vez que queríamos hacer algo, lo hacíamos en su casa; allí nadie nos interrumpiría.
—Entonces, ¿hoy invitaste nuevamente a Anthony y Miguel para ver películas? — dije en tono burlón, acomodándome en el sofá y sintiendo la suavidad de la manta que cubría mis piernas.
—Sabes que lo hago más por ti. No paras de hablar de Anthony. ¿Y por qué no invitarlo? Después de todo, hoy te quedarás a dormir; quizás él también decida quedarse y se animen a dar el siguiente paso — respondió, riendo mientras jugueteaba con su cabello.
¿El siguiente paso? La verdad, no estaba segura de si realmente quería darlo… Aún no me sentía lista para eso. Solo a Diana se le ocurría pensar en esas cosas.
De repente, un golpe en la puerta interrumpió nuestras risas. Diana se levantó y fue a abrir; eran ellos. Al verlo llegar, sentí que mi corazón latía descontroladamente; su sonrisa iluminaba todo a su alrededor, y su forma de caminar tenía una confianza que me dejaba sin aliento. Quizás era por lo bien que se veía hoy o por todas las conversaciones que había tenido con Diana.
Después de ver algunas películas románticas, todo se sintió mas denso y llena de tensión. Observé cómo Diana y Miguel se acercaban, cada vez más, hasta que finalmente se besaron.
—Les dejo para que disfruten de la película y de la sala; yo estaré en mi cuarto, algo ocupada con él — dijo Diana, susurrando mientras me lanzaba una mirada cómplice y se dirigía a su habitación con Miguel.
Una vez que se fueron, la sala quedó sumida en la oscuridad, casi en silencio, salvo por el murmullo de la película y el leve zumbido de la música de fondo. La trama avanzó hacia un momento íntimo, donde los protagonistas compartían miradas cómplices y caricias suaves. Al ver esto, me sentí nerviosa, cuestionando si Anthony quería dar el siguiente paso y, tal vez, yo era la única que no lo deseaba.
Al alzar la vista, me encontré con su mirada fija en mí, llena de curiosidad y deseo. Eso me puso aún más nerviosa, porque no sabía cómo reaccionar.
De repente, él se acercó, y el mundo a nuestro alrededor pareció desvanecerse. Me besó suavemente, un beso que parecía detener el tiempo. Era un beso profundo que provocó una especie de electricidad recorriendo todo mi cuerpo, llenándome de una calidez inesperada. La intensidad aumentó, hasta que sentí que me faltaba el aire. Cuando nos detuvimos, él me miró con ternura y paciencia, esperando alguna señal de que estaba lista para avanzar, pero no le di ninguna.           
—Tranquila, no voy a forzarte a nada. Yo te esperaré — dijo, con voz suave como un susurro, mientras me besaba en la mejilla y me abrazaba, envolviéndome en su calidez.
Nos abrazamos, y talvez eso era lo único que necesitábamos ahora para poder ser felices. Poco a poco, el cansancio nos fue ganando, y nos quedamos dormidos, rodeados del eco del sonido del televisor.
—¡Ya salió el sol! — escuché a Diana gritar mientras me despertaba.
Al despertar lo busque con mi mirada y note que él no estaba por ningún lado.