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Jisung no estaba de buen humor, pues el día había ido en contra suyo desde que se levantó de su cama para hacer el desayuno de su hijo y terminó haciéndose un pequeño corte no tan profundo hasta ahora que le dieron la mala noticia que la idea que había estado creando para su proyecto del equipo de desarrollo donde pertenecía no había sido aceptada a pesar de haber estado día y noche trabajando en ella.

Cerró todas las pestañas y apagó el ordenador de mala gana.

Ya no había absolutamente nada malo más que le pudiera pasar ahora, o eso creía.

Era el último en salir de la oficina, la habitación se volvió oscura apenas apretó el interruptor de la luz y cerró la puerta para dirigirse al ascensor y salir del edificio.

Tendría que haber salido hace unos minutos, pues la jornada laboral había finalizado hace doce minutos pero él se había quedado minutos extra solucionando unos problemas que había tenido.

El ascensor llegó al segundo piso, que era donde se hallaba él. Estaba apunto de entrar a este cuando una persona se tropezó con él y dejó caer un líquido hirviendo sobre su camisa blanca.

Jisung se quejó en voz alta y volteó a ver al que provocó el accidente.

No lo reconocía, quizás nunca lo había visto pero estaba seguro que así como tenía la belleza, tenía la torpeza.

—¡Lo lamento muchísimo! —se disculpó preocupado por Jisung, pues el café que había derramado accidentalmente sobre él estaba recién hecho, además de la camisa blanca que traía puesta.

Jisung se tragó las palabras que iba a soltar, entendió que fue un accidente pero aún seguía molesto.

—¿Estás bien? —preguntó cuando vio que el chico de la camisa blanca con una gran mancha de café en su espalda había pasado de él.

—¿Fue muy difícil verme? —escupió las palabras y después se dió cuenta de cómo había respondido. —Lo siento. —se disculpó rápidamente.

—No, está bien, entiendo que estés enojado. Lo siento tanto de verdad, no leí el cartel que decía que el suelo se encontraba mojado porque recientemente lo habían limpiado y me deslicé.

Jisung asintió y presionó el piso uno para que el ascensor comenzara a dirigirse a este.

El elevador comenzó a bajar lentamente. El ambiente se había vuelto incómodo, Minho se sentía regañado y culpable, mientras que Jisung se sentía molesto con la vida por darle la peor suerte del mundo.

Miraba hacia adelante intentando no cruzar la mirada con la persona que estaba al lado suyo, como si de esa forma pudiera eliminar el accidente anterior.

Las puertas del ascensor se abrieron lenta y paralelamente, Jisung salió primero de este y fue a paso rápido hacia su auto para poder ir finalmente hacia su casa y poder descansar.

Pero fue tan veloz que no le dió tiempo a Minho a decirle que le compraría una nueva camisa blanca con botones como la que traía puesta, pensó que sería una buena idea ya que esa mancha de café no se quitaría con un lavado.

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Cerró la puerta y suspiró, puso su bolso sobre el sofá y se desplomó en este.

Cerró los ojos para descansar al menos un minuto cuando escuchó unos pasos bajar las escaleras y acercarse a él.

—¡Hola papá! ¿Cómo te fue en tu día de trabajo? —Jeongin saludó felizmente a su padre.

Jisung abrió sus ojos y le regaló una sonrisa cansada a su hijo.

—Muy bien Innie, ¿cómo te fue a ti en el colegio? —preguntó.

A Jeongin se le iluminaron los ojos al recordar su día. —¡Demasiado bien! —dijo con entusiasmo. —¡Mira lo que Jinnie me regaló! —se fue corriendo a su habitación para tomar el regalo que le había dado su noviecito para después bajar rápidamente y mostrárselo a su padre.

Era un osito de peluche marrón con un lazo rosado en una de sus orejitas, además de que traía una carta con mensajes bonitos para Jeongin y una rosa pequeña en la otra mano del peluche.

—Y también me regaló unas gomitas, pero ya me las comí... —rió. —¡Pero te guardé algunas!

Jisung sonrió con ternura. —Tu noviecito es muy bonito contigo, Innie.

Jeongin asintió sonrojado. —Quiero que lo conozcas, papá.

—Claro, tienes que hablar con Hyunjin y sus padres para que lo dejen venir algún día aquí.

Jeongin asintió con una sonrisa.

—Bueno, ve a dormir Innie, ya es tarde y mañana tienes clases. —le dió un beso en la frente y después Jeongin fue hacia su habitación abrazando a su osito de peluche.

Sintió un peso en su hombro y rápidamente sacudió sobre él para desvanecer al ya conocido diablito.

Menos mal que mañana era viernes y ya podría tener dos días para relajarse.

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demanda para un novio. | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora