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George caminó hacia la iglesia con pasos pesados, su mente sumida en un torbellino de emociones. Las palabras de Dream resonaban en su cabeza como un eco persistente, cada una de ellas cargada de un peso que lo aplastaba. ¿Era realmente un demonio? La idea lo asustaba, pero no podía ignorar la chispa de verdad que había en las palabras de Dream. La confusión y el miedo lo acompañaban, cada paso lo alejaba de la luz y lo acercaba a una sombra más profunda.

Al entrar en la iglesia, la atmósfera era diferente. Las velas parpadeaban débilmente, y el aire estaba impregnado de incienso. George se sentó en un banco, buscando consuelo en la familiaridad de ese espacio sagrado. Sin embargo, la paz que normalmente encontraba allí se había esfumado. En su lugar, una inquietud se instaló en su pecho.

"¿Qué se supone que debo hacer?" Se preguntó, mirando al altar. La imagen de un Cristo crucificado parecía mirarlo con compasión, pero él no sentía que mereciera esa compasión. ¿Podía ser perdonado si realmente era lo que Dream decía?

Mientras luchaba con sus pensamientos, la misa comenzó. Las palabras del sacerdote se desvanecían en un murmullo distante. George no podía concentrarse; su mente estaba atrapada en una batalla interna. Los rostros de los fieles a su alrededor eran borrosos, y él se sentía como un extraño en su propia vida.

Cuando el sacerdote comenzó a hablar sobre la redención, una idea oscura se asomó en su mente. ¿Qué pasaría si la redención no era posible para él? ¿Y si lo que había sido en el pasado era irrevocable? Las palabras de Dream resonaban nuevamente: "Deja que la oscuridad te envuelva."

Al final de la misa, George salió a la calle, el aire fresco lo golpeó como un recordatorio de que el mundo seguía girando, indiferente a su tormenta interna. Decidió regresar al jardín, a ese rincón apartado donde había tenido la confrontación con Dream. Necesitaba pensar, procesar lo que había aprendido.

El jardín estaba silencioso. La luz del sol caía suavemente sobre las flores, pero la belleza del lugar no podía calmar el caos dentro de él. Se sentó en un banco, el aroma de las flores a su alrededor se mezclaba con el recuerdo de la conversación. ¿Era posible que la oscuridad que sentía fuera realmente una parte de él?

Mientras meditaba, una figura apareció en el sendero. Era Dream, que se acercaba con una expresión que mezclaba preocupación y determinación. George sintió una mezcla de alivio y tensión al verlo.

"George," dijo Dream, su voz suave pero firme. "Necesitamos hablar."

"No tengo nada que decirte," respondió George, su tono más duro de lo que pretendía. La ira aún burbujeaba en su interior, y no quería dejar que Dream se acercara demasiado.

"Por favor," insistió Dream, acercándose un poco. "Sé que estás confundido, pero estoy aquí para ayudarte. Lo que te he contado es solo el principio."

George lo miró, su rostro una mezcla de desafío y vulnerabilidad. "¿Ayudarme? ¿A qué costo? ¿A costa de la vida de inocentes?"

Dream frunció el ceño, pero no se apartó. "Entiende que en este mundo, la luz y la oscuridad están en constante lucha. Para recuperar tu verdadero ser, a veces hay que hacer sacrificios. La vida es más compleja de lo que te han enseñado."