Ocho

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-Hola a ti también, Harper- dijo mientras recogía lo que se me había caído.
-Pierdete, además, no soy yo la que va chocando con todo el mundo.
-Bueno, eso dejemoslo en un: no comprobado- dijo Alexander conteniendo la risa.

Rodé los ojos y me dirigí a la caja. Pagué todo lo que llevaba y salí fuera.

-Espera!- dijo Alexander mientras se acercaba corriendo.
-Que?
-Quieres ir a tomar algo?
-Esperate que me lo pienso... No
-Va, venga!
-Vale!- dije mientras levantaba los brazos, dramática.

Dibujó una bonita sonrisa y cogió sus bolsas, y las mías.

-Puedo llevarlas solita, sabes?
-Deja de discutir por todo.
-Allá tu...
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La cafetería era grande, bastante bonita, con adornos de flores y cosas así. Como conocía Alexander este lugar?
Cogimos asiento y en seguida, fuimos atendidos por la camarera.

-Que desean tomar?
-Un granizado para mi- entonces me miró, y confusa, dije.
-Que sean dos.

La camarera se fue y no tardó nada en traer mi granizado.

-Eres tan callada siempre?- la pregunta me pilló por sorpresa.
-Muy gracioso.

Estuvimos hablando un buen rato, y se hizo la hora de volver.

-Ya tengo que volver a casa- se me había olvidado el pan. Era para la cena.
-Quieres que te acompañe?- dijo dirigiéndose a la caja.
-Espera, pago yo- intenté sacar la cartera, pero Alexander me cogió la muñeca.
-Invito yo- estaba ligeramente serio.

Pagó y nos fuimos. El camino a casa fue algo incómodo, ya que ninguno dijo nada.

-Gracias por traerme- abrí la puerta mientras hablaba.
-No hay por porque pedirlas, Harper- se dio la vuelta, no sin antes giñarme un ojo
-Es Alice!

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