vínculos ocultos

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Al día siguiente, Max se levantó temprano, sintiendo una mezcla de nervios y curiosidad. Después de todo lo que había sentido y experimentado desde su llegada a México, necesitaba respuestas. Sabía que algo estaba fuera de lugar, pero no podía ponerle nombre a esa inquietud constante. Mick había sido un apoyo desde el principio, pero también estaba claro que incluso él no podía entender completamente lo que Max estaba pasando.

Desayunaron juntos en silencio, con Manchas rondando por la cocina, como siempre. El gato maullaba cada vez que Max lo miraba, como si intentara comunicarse con él de alguna manera. Desde que lo habían adoptado, el felino siempre había sido muy apegado a Max, pero últimamente, su comportamiento parecía más protector, casi como si también sintiera esa extraña presencia.

— ¿Listo para otro día en la escuela? — preguntó Mick, rompiendo el silencio.

Max asintió mientras terminaba su desayuno.

— Sí, aunque sigo pensando en lo de ayer. Siento que cada vez se vuelve más fuerte esa sensación de que me están siguiendo —

— Te acompaño hasta la escuela — sugirió Mick — Así tal vez te sientas un poco más tranquilo —

— Gracias, lo aprecio — respondió Max, intentando sonreír. Sabía que Mick lo hacía por su bien, y la verdad es que la idea de caminar solo no le parecía atractiva en absoluto.

Tomaron sus mochilas y salieron de casa, con Manchas observándolos desde la ventana. A pesar de ser una mañana soleada, Max no podía sacudirse la sensación de que algo más estaba presente, algo que no pertenecía a este mundo.

Mientras caminaban hacia la escuela, Max no podía evitar mirar de reojo a su alrededor. Todo parecía normal: el tráfico fluía, la gente paseaba, los niños jugaban. Sin embargo, había algo en el aire, una sensación de que alguien o algo estaba muy cerca. Intentó no darle demasiada importancia, pero la sensación era persistente.

— ¿Estás bien? — preguntó Mick, notando la tensión en los hombros de Max.

— Sí, es solo que... siento que alguien nos sigue — dijo Max, casi en un susurro.

Mick frunció el ceño y se detuvo por un momento, mirando a su alrededor.

— No veo a nadie, Max. Tal vez es solo tu imaginación, pero... — Mick lo miró con seriedad — Voy a confiar en tu instinto. Si sientes algo raro, mantente alerta, pero también trata de no estresarte demasiado. A veces las emociones pueden jugarnos malas pasadas —

Max asintió, pero no pudo evitar voltear hacia atrás una vez más. Aunque no veía a nadie, seguía sintiendo esa presencia pesada en el aire. Continuaron caminando hacia la escuela, pero Max no dejó de sentir que alguien lo observaba desde las sombras.

Cuando finalmente llegaron a la escuela, Mick le dio una palmada en el hombro.

— Nos vemos más tarde, hermano. No dudes en llamarme si necesitas algo —

— Lo haré, gracias, Mick —

Max observó a Mick alejarse hacia su aula antes de dirigirse a la suya. El día transcurrió de manera rutinaria, pero Max no podía concentrarse. En cada clase, sentía que alguien lo observaba desde algún rincón del salón, aunque nunca podía ver a nadie. Trató de enfocarse en los libros y en las explicaciones de los maestros, pero su mente siempre volvía a esa incómoda sensación.

Durante el almuerzo, Max decidió salir al patio de la escuela en busca de un poco de aire fresco. El sol brillaba intensamente, y el lugar estaba lleno de estudiantes hablando y riendo. Sin embargo, a pesar de la risa y la alegría a su alrededor, Max no podía evitar sentir una inquietud que le recorría el estómago.

Día de muertos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora