Un nuevo comienzo

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La ciudad a la que nos mudamos era completamente distinta. Todo parecía más grande, más ruidoso, y a la vez, más solitario. Me costaba acostumbrarme a la idea de empezar de nuevo, de dejar atrás todo lo que conocía, todo lo que alguna vez fue mi hogar. Especialmente a Lukas.

Las primeras semanas pasaron lentas. El eco de mi vida anterior se colaba en cada rincón de mi nueva rutina. Caminaba por las calles desconocidas y a veces me imaginaba a Lukas a mi lado, como solíamos hacerlo. Pero él ya no estaba, y yo tenía que aprender a vivir con esa ausencia.

Un día, mientras paseaba por el centro de la ciudad, vi un pequeño café que me llamó la atención. Entré y, por primera vez en mucho tiempo, sentí una chispa de curiosidad. Me senté en una mesa cerca de la ventana, observando cómo la vida seguía su curso fuera de esos cristales. Me pareció una buena oportunidad para empezar a escribir, algo que hacía cuando mis pensamientos se volvían demasiado ruidosos.

Tomé mi libreta y, sin darme cuenta, empecé a escribir sobre Lukas. Era inevitable. A pesar de todo, él seguía siendo parte de mí, una sombra constante en cada decisión, en cada pensamiento. Lo escribí todo: el beso, la lluvia, la carta. Tal vez, al ponerlo en papel, podría liberar algo de ese peso que cargaba.

Al salir del café, me sentí extrañamente más ligera, como si ese pequeño momento de reflexión hubiera sido el primer paso para soltarlo. No iba a ser fácil, lo sabía. Lukas siempre estaría ahí, pero tenía que aprender a dejarlo ir, poco a poco, sin aferrarme a lo que nunca fue.

Los días comenzaron a pasar más rápido después de eso. Me inscribí en clases, conocí a nuevas personas y, por primera vez en mucho tiempo, empecé a sentirme un poco más como yo misma. Aunque el recuerdo de Lukas seguía presente, no era tan doloroso como antes. Era como una cicatriz que empezaba a sanar, lenta pero inevitablemente.

Un día, conocí a alguien. Su nombre era Javier. No era Lukas, ni intentaba serlo. Él era diferente, con una sonrisa cálida y una paciencia que me envolvía. Nos conocimos en una de esas clases a las que me había inscrito y, poco a poco, empezamos a hablar más. Javier no llenaba el vacío que había dejado Lukas, pero me hacía sentir tranquila. A su lado, el dolor parecía menos insoportable.

Sin embargo, sabía que mi corazón seguía dividido. Lukas aún era una parte de mí, pero Javier me ofrecía algo diferente: un nuevo comienzo. Era una oportunidad de seguir adelante, de dejar de vivir en el pasado. Y aunque no era lo mismo, decidí darle una oportunidad.

A pesar de todo, cada vez que cerraba los ojos, seguía viendo a Lukas. Pero sabía que no podía vivir anclada en lo que ya no tenía.

Claro, añadiré algunos diálogos entre Violeta y Javier para desarrollar su relación en el capítulo.

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Capítulo 2: Un nuevo comienzo

La ciudad a la que nos mudamos era completamente distinta. Todo parecía más grande, más ruidoso, y a la vez, más solitario. Me costaba acostumbrarme a la idea de empezar de nuevo, de dejar atrás todo lo que conocía, todo lo que alguna vez fue mi hogar. Especialmente a Lukas.

Las primeras semanas pasaron lentas. El eco de mi vida anterior se colaba en cada rincón de mi nueva rutina. Caminaba por las calles desconocidas y, a veces, me imaginaba a Lukas a mi lado, como solíamos hacerlo. Pero él ya no estaba, y yo tenía que aprender a vivir con esa ausencia.

El día que lo conocí fué cuando pasaba

Un día, mientras paseaba por el centro de la ciudad, vi un pequeño café que me llamó la atención. Entré y, por primera vez en mucho tiempo, sentí una chispa de curiosidad. Me senté en una mesa cerca de la ventana, observando cómo la vida seguía su curso fuera de esos cristales.

Heather ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora