Capítulo 3 "Es cosa de dos"

352 14 1
                                    

Capítulo 3 "Es cosa de dos"

Seguía tumbada en las gradas de hormigón que poseía el centro penitenciario federal solo para mujeres de Pittsburgh. Mis brazos sujetaban mi nuca algo mojada a causa del calor que acechaba en aquel patio, al igual que la solanera que caía en éste. Suspiré aburrida por la poca acción que había. Ya podrían pelearse por cualquier tontería. Entonces, una buena idea se me pasó por la mente. Peleas ilegales. Apuestas. Dinero. Diversión. Cerré los ojos satisfecha por ello. Ya tenía una nueva distracción. Sonreí mientras me regocijaba por ello. Aunque, no tardaron en interrumpirme.

—Natascha. —Me llamó una voz dulce mediante un susurro. Abrí un ojo dubitativa. Allí vi a la bonachona de Lisa echando atrás con sus dedos su flequillo pelirrojo algo desgastado por el sol. —¿Estás despierta?

—Sí, Lisa. —Respondí vaga. Volví a cerrar el ojo que acababa de abrir y la invité a que empezara su relato mediante un movimiento de cabeza.

Percibí como su cuerpo se situaba al lado de mis piernas. Un suspiro salió de los labios de ella. Para después, empezar su relato:

—He ido a la consulta de Collins. —Explica Lisa soltando un suspiro al final de la oración. Aquello me extraña mucho. Muchísimo. Lisa no es de esas. Es una tipa dura, que si te metes con ella te falta mundo para esconderte. Un día, casi me mata por haberle cogido su peine.

Me quedo unos segundos en silencio, esperando que continúe su explicación. Pero, nada de eso llega ya que al abrir mis ojos la veo mirando al frente con una sonrisa tonta en sus labios. ¿Pero, qué coño está pasando en esta cárcel?

—¿Y has pasado la carta bajo la puerta, no? —Pregunto fingiendo que no me he dado cuenta de nada. Al recibir un suspiro de ella como respuesta me reincorporo y me siento con los pies cruzados al igual que los indios demandando su respuesta. —¡Lisa! ¿Quieres explicarme qué coño te pasa?

Parece que esté en otro mundo. Al comprender que no iba a contestarme, giré mi cuello y entendí que era lo que pasaba en aquel patio. Por eso todo estaba tan tranquilo. El doctor Collins andaba por allí con un guardia vigilando a las reclusas. Todas ellas, estaban embobadas mirándole. Bufé al ver el panorama. ¿Qué tenía aquel hombre?

Pero, a continuación reí. Reí todo lo que pude. Dando como resultado que Lisa me mirara con sus oscuros ojos como si de un crimen estuviera realizando delante de ella. Seguí riéndome, tanto, que tiré mi cuerpo hacia atrás sin dejar de hacerlo. Lisa, seguía prestándome atención. Intenté parar a los pocos segundos. Debía rematar aquello.

—¿Enserio que te gusta, Collins? —Me mofé soltando una malvada sonrisa. Me reía de ella. Es que, es incomprensible que le guste un tío como ese a Lisa. —¿No es demasiado joven para ti?

—Eres una hija de puta, Fischer. —Suelta indignada y ligeramente molesta Lisa. Yo río por lo bajo sin que ella se dé cuenta. —No te mato porque eres mi amiga.

—Pues como amiga te digo que te alejes de él. —Sugiero volviendo a tener un frío y duro tono de voz. Paso el brazo por el hombro de mi amiga prisionera y la abrazo. —Va a hacerte daño. Además, es un puto funcionario. Lo máximo que podrías conseguir sería un polvo. Pero, es demasiado legal para que acceda.

—¿Y tú como lo sabes? —Añade Lisa sorprendida. Acto seguido quita mi brazo de su hombro enfadada.

—Porque sí. ¿O no lo ves? —Dije a desgana. A continuación le señalé con mi dedo índice y un movimiento de cabeza. —Va vestido como si acabara de salir de la universidad. Parece fácil de engañar pero no lo es. Le he amenazado y no se ha echado para atrás. Me ha echado de su consulta, encima. Así que, ves con mucho cuidado.

Psicología para principiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora