Capitulo 2

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Serpiente

Morgana

Respiro de manera lenta y pausada cuando la filosa aguja se clava en mi brazo, no me duele, tampoco es como si sintiera mucho después de tantos años de tratamientos constantes, por eso me relajo contra el asiento echando la cabeza hacia tras cerrando los ojos cuando siento que la enfermera sale de la habitación. Muevo mi cuello de un lado al otro provocando que truene en un intento de sacar el estrés que solo logro despejar con adrenalina, una que no he sacado debidamente en varios días.

Siento el líquido espeso llenar mi cuerpo de manera lenta. La sangre pase a través de los largos tubos hasta acoplarse a la mía, tal como lo hace cada vez que tengo una sesión de tratamiento. Gracias a mis dañados genes he requerido transfusiones constantes a lo largo de mi vida, ya que ni siquiera una buena salud fueron capaz de dejarme. La anemia aplásica no es tan común, pero tampoco mortal y con un buen tratamiento se puede controlar hasta que sea necesario y como no me importa mucho vivir después de lograr lo que quiero no es como si me preocupara por ello.

Escuchó pasos acercarse, pero al reconocer el ritmo de las pisadas no me preocupo, ni siquiera abro los ojos cuando siento su presencia cerca de la puerta de la habitación.

-¿Solo admiras mi belleza o tienes algo importante que decir?- preguntó al ver que no dice nada y solo se queda en silencio.

Abro los ojos volviendo el rostro hacia enfrente encontrándome a uno de mis entrenadores o mejor dicho verdugo desde que con cinco años, Elijah decidió que no necesitaba solo una heredera sino una sanguinaria y astuta asesina capaz de todo.

-Elijah te quiere ver, esa es la información completa.- me tira un dispositivo al pecho y sin decir más, se va.

Respiro hondo ajustando en mi oído el audífono negro previamente programado para mi. Presiono el botón que reproduce una voz metálica que indica la dirección de la reunión. Escuchó todo el audio grabando cada detalle de información en mi cabeza antes de quitar el audífono aplastadolo en el suelo.

Paso la lengua por mis labios de manera pensativa procesando la información antes de levantarme arrancándome la aguja del brazo dejando el tratamiento a la mitad. Presiono el pequeño agujero en mi piel por unos segundos hasta que deja de sangrar y empiezo a caminar por los interminables pasillos de paredes grises. Este lugar no es más que uno de los refugios de asesinos de la mafia rusa, crecí aquí durante mi entrenamiento para cumplir el exilio que me impusieron hasta que sea el momento de tomar el puesto que me corresponde como emperatriz.

No me molesto en esperar abriendo la puerta de la habitación que comparto con Aisha Khan, una mujer de la organización que fue entrenada casi a mi par para servirme de manera fiel cuando tomé el puesto, con los años inevitablemente se convirtió en mi mejor amiga y la única persona de confianza que tengo.

Todo está vacío, ya que seguramente debe estar entrenando en cualquier lugar, cosa que yo debería estar haciendo también, pero cada que tengo tratamiento desperdicio tiempo. Me desnudo metiéndome a la ducha el único lugar privado para ducharse en toda la propiedad, los demás comparten duchas, pero después de un tiempo de entrenamiento duro y trabajos exitosos me gané este privilegio.

Lavo mi cabello, es largo por lo cual tardo un poco más. La mayoría piensan que es tintado por lo oscuro del color natural que tiene, pero no, simplemente nací así. Salgo del baño tomando la ropa que usaré mientras me visto no dejo de darle vueltas a la misma mierda en mi cabeza una y otra vez.

Estoy bajando la camisa de tirantes por mi abdomen cuando observo la puerta abriese por el espejo antes de volver a cerrarse.

-¡Con que aquí estás! ¡Y yo como una idiota buscándote!- los gritos chillones de mi mejor amiga, me hacen dolor los tímpanos.- Elijah ya sabe lo que hiciste en Italia y está como alma que se lleva el diablo.

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