6. Decisiones

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"No importa cuán letal seas o cuánto te teman tus enemigos, Soshiro. Llegará un día en que una mujer te pondrá de rodillas con el simple hecho de existir. Y sé que te parece gracioso ahora, pero te lo aseguro, sin que te des cuenta te convertirás en un hombre débil e incapaz de sostener una espada. Así que, si aspiras a ser el mejor espadachín de tu generación, toma en serio mi consejo y no te enamores. Porque, créeme, muchacho, el filo de la espada será más piadoso que el amor al momento de arrancarte el corazón."

Hoshina la arrinconó contra el escritorio, y sin decir una palabra, atrapó sus labios contra los suyos. Fue tan sorpresivo que la mente de Nami quedó en blanco por unos segundos. Pero, instintivamente, sus manos se aferraron al cuello de él y profundizó el beso, como si su cuerpo hubiera estado esperando ese momento desde mucho antes de que fuera consciente de cuánto lo deseaba.

Él se movió con implacable destreza sobre sus labios, y aunque Nami, apenas podía seguirle el ritmo, no le importó ser dominada. El roce de sus bocas era tan intoxicante que ni siquiera eran capaces de apartarse para respirar. La necesidad se volvió más animal cuando él deslizó su lengua dentro de su boca con tortuosa maestría. Nami se retorció bajo su agarre, era como si cada ola de calor que la recorría dejara a su paso una estela electricidad, volviéndola más sensible a cada una de sus caricias.

Hoshina la atrajo con fuerza hacia él mientras la besaba, pero Nami ansiosa por más, se apoyó  por completo contra él, juntando sus caderas. Y aunque fue un simple roce, notó como Hoshina se tensó al instante. Nami estuvo de preguntarle si estaba bien, pero antes de que lo hiciera él capturó sus labios en un beso desenfrenado, clavando sus manos en sus caderas. Era un beso primitivo, como si todo pensamiento racional se hubiera desvanecido de la mente de Hoshina, dejo solo el instinto puro y visceral en su sangre.

El calor entre ellos escaló a un nivel que ya no les permitía pensar con claridad. Cada choque de labios, cada roce de sus cuerpos los mantenía atrapados en una vorágine de deseo que parecía no tener fin. Fue entonces, en medio de ese torbellino, que un pequeño gemido escapó de los labios de Nami. Ese sonido, suave y cargado de deseo, pareció sacudir algo dentro de Hoshina e hizo que rompiera el beso de golpe.

Sin embargo, sus labios permanecieron cerca de los de ella, tan cerca que sus respiraciones se mezclaban en el escaso espacio que los separaba, mientras sus pechos jadeantes, subían y bajaban a un ritmo irregular.

—Tienes que irte ahora— dijo Hoshina, con la voz entrecortada.

Nami lo miró desconcertada, sin entender su repentino cambio de actitud. Hoshina junto la frente contra la de ella, cerrando los ojos mientras trataba de calmarse.

—Si no te vas ahora...—continuó en voz baja con un marcado tono de advertencia—. No creo que pueda seguir conteniéndome y querré... tomarte aquí mismo.

El aire escapó de los pulmones de Nami. Ella también lo deseaba, pero el conflicto en su mirada la detuvo de confesarlo.

—Está bien —murmuró Nami, alejándose hacia la puerta.

Sin embargo, antes de cruzarla, Hoshina le detuvo.

—Espera.

Un escalofrío le recorrió cuando sintió su cuerpo caliente detrás de ella.

—Eres una chica inteligente—dijo, hablando sobre su hombro—. No hace falta que te explique todas las consecuencias de involucrarte conmigo, pero hay algunas cosas que de verdad me gustaría que consideraras con cuidado. La primera, y más importante: es que tienes derecho a cambiar de opinión y arrepentirte de esto. Puedes retractarte hoy, mañana o en una semana, no importa cuando sea, siempre tendrás esa opción. Yo no tendré ningún tipo de represalia contigo. Mi trato hacia ti no cambiará.

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