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Después de enviar el mensaje avisando que ya estaba afuera de la casa de Jinsik, me quedé un rato en la puerta esperando a que me abriera, imaginando que se tardaba debido a que se estaba bañando o cambiándose de ropa

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Después de enviar el mensaje avisando que ya estaba afuera de la casa de Jinsik, me quedé un rato en la puerta esperando a que me abriera, imaginando que se tardaba debido a que se estaba bañando o cambiándose de ropa. El clima no era ni muy caluroso ni muy frío, la temperatura era la adecuada, por lo que esperar un rato a que bajara no significaba que me derritiera o me congelara, así que aproveché de sentarme a contar los autos que pasaban por la calle.

–Uno rojo... Dos azules... Uno blanco... Una bicicleta...– contaba en voz alta mientras mi vista se desviaba cada vez que pasaba otro vehículo frente a mi. La verdad es que de todas maneras había pensado venir a visitar a Jinsik, digamos que la situación del chat grupal solo fue una coincidencia.

Previamente nos había comentado que sus padres no estarían en casa ese día por un viaje de negocios de emergencia, cosa que sucedía más seguido de lo que le gustaría, pero siempre se solucionaba rápido por la eficiencia de la compañía; De ser el caso contrario se quedaba a dormir en mi casa cuando podía, cosa que justificaba un poco más nuestra cercanía.

Me hallaba tan sumergido en mis pensamientos que no me di cuenta de que estaba detrás de mi hasta que me tocó el hombro suavemente, haciéndome sobresaltar.

–Perdona que te asustara, woo, ¿estás bien?–dijo entre pequeñas risas mientras hablaba, cosa que me hizo sonreír por un momento antes de responderle. –Sí, todo bien, solo me quedé pensando en algunas cosas mientras esperaba, ¿tu cómo estás?– ser el mejor amigo de Jinsik implicaba muchas cosas, entre ellas estaba el poder darme cuenta de hasta el cambio más mínimo en su expresión (o puede que solo sea demasiado atento con él), como era en este caso, que su sonrisa tembló ligeramente, clara señal de que aún se sentía triste.

–¿Gustas pasar...?–Sus padres me conocían lo suficiente como para no tener problema alguno con mi llegada sorpresiva, sobre todo si le hacía compañía a Jinsik en momentos donde ellos se encontraban fuera de casa. Asistí con la cabeza y lo seguí hacia el interior de la vivienda, donde dejé la mochila colgada en donde correspondía y saqué las galletas para dejarlas en la cocina, iría a buscarlas después, lo que sí llevé a la sala fue un vaso con agua, el cual dejé en la mesa ratona que había justo al centro de un bonito juego de sillones color café, que contrastaba con las paredes beige de la casa.

Me senté junto a Jinsik en uno de los sillones y esperé pacientemente a que hablara, cosa que ocurrió no mucho después.

–¿De verdad mi sonrisa es linda...?– preguntó sin mirarme, tenía la vista fija en sus manos que descansaban sobre su regazo, era algo que hacía siempre que estaba nervioso o se sentía incómodo. –Es la más linda del mundo.– contesté atento a sus acciones, viendo como una sonrisa triste se asomaba en su bonito rostro, lo que hizo que me preocupara al instante.

–Solo... quisiera poder sentir que merezco aunque sea un poco de felicidad en mi vida.– expresó intentando controlar el aire que entraba y salía de sus pulmones, mientras la primera lágrima caía por su mejilla. Instantáneamente me acerqué más a su lado para rodearlo con mis brazos de forma protectora, importandome poco que sus lágrimas cayeran en mi sudadera.

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