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Desde que llegó a Tokio, Nathan había estado ocupándose de sus estudios y adaptándose a la vida en una nueva ciudad. A través de sus sesiones de Tai Chi en el Parque Ueno, había hecho varios amigos nuevos, entre ellos Hiroshi, un hombre mayor que lo había acogido en su grupo, y Katlin, una estudiante de intercambio de Canadá que también había encontrado en el Tai Chi una manera de relajarse y conectar con otras personas.
Una mañana, Nathan llegó al parque y vio a Katlin practicando bajo un árbol. Se acercó a ella con una sonrisa.
—¡Buenos días, Katlin! —saludó, animado.
Katlin levantó la vista y le devolvió la sonrisa.
—¡Buenos días, Nathan! Justo a tiempo. Hiroshi nos espera para empezar.
Se unieron al grupo y pasaron la siguiente hora en una sesión de Tai Chi, moviéndose lentamente y sincronizándose con sus respiraciones. Después de la sesión, el grupo se sentó en un círculo para hablar y relajarse.
—¿Qué planes tienen para el resto del día? —preguntó Hiroshi, mirando a los demás.
—Voy a la biblioteca a estudiar un poco —respondió Nathan—. Tengo un examen la próxima semana y necesito ponerme al día.
Katlin levantó una ceja, interesada.
—¿Te importa si te acompaño? También necesito estudiar y me vendría bien un poco de compañía.
Nathan sonrió, agradecido por la oferta.
—Claro, me encantaría. Vamos juntos.
Se despidieron de Hiroshi y los demás y se dirigieron a la biblioteca. Mientras caminaban, hablaron sobre sus estudios y cómo se estaban adaptando a la vida en Tokio.
—A veces, extraño Canadá —dijo Katlin—, pero Tokio es increíble. Hay tanto que ver y hacer aquí.
N asintió, comprensivo.
—Sí, entiendo. Yo también extraño mi hogar a veces, pero estar aquí ha sido una experiencia increíble. Y conocer a personas como tú lo hace aún mejor.
Katlin sonrió, sintiéndose un poco sonrojada.
—Gracias, Nathan. Tú también has hecho que mi tiempo aquí sea especial.
Pasaron la tarde juntos en la biblioteca, estudiando y conversando en los momentos de descanso. Sin embargo, Nathan se sentía cada vez más ansioso mientras trataba de concentrarse en sus estudios. La presión de su examen se intensificaba, y no podía evitar morderse las uñas y pellizcarse los dedos cada vez que se encontraba con algo que no entendía.
Katlin lo observaba, preocupada por su comportamiento.
—N, ¿estás bien? Pareces muy tenso —dijo, poniendo una mano sobre su brazo.
N levantó la vista, forzando una sonrisa.
—Sí, solo estoy un poco estresado por el examen. Quiero hacerlo bien y no puedo evitar sentirme ansioso cuando no sé algo.
Katlin frunció el ceño, notando las marcas en las manos de Nathan.
—Te estás haciendo daño, Nathan. No deberías presionarte tanto. Vamos a tomar un descanso, ¿sí?
N dudó por un momento, pero finalmente asintió.
—Tienes razón. Necesito relajarme un poco.
Salieron de la biblioteca y caminaron hasta una cafetería cercana. Mientras tomaban un café, Katlin trató de calmar a Nathan hablándole de cosas ligeras y divertidas. A medida que la conversación avanzaba, Nathan comenzó a sentirse un poco mejor, aunque la ansiedad seguía presente en el fondo de su mente.
—Nathan, quiero preguntarte algo —dijo Katlin, con un tono más serio—. He notado que hablas mucho de una chica llamada Uzi. ¿Son solo amigos o hay algo más entre ustedes?
Nathan se quedó en silencio por un momento, pensando en la mejor manera de responder.
—Uzi es una amiga muy especial para mí —dijo finalmente—. Nos conocimos en el avión camino a Tokio y desde entonces hemos pasado mucho tiempo juntos. Siento que tenemos una conexión única, pero no sé si estamos listos para algo más.
Katlin asintió, aunque Nathan pudo ver una sombra de celos en sus ojos.
—Entiendo. Bueno, parece que hablas mucho de ella. Debe ser muy especial para ti.
Nathan notó el tono en la voz de Katlin y se sintió un poco incómodo.
—Sí, lo es. Pero eso no significa que no valore nuestra amistad también, Katlin. Eres una gran amiga y me encanta pasar tiempo contigo.
Katlin forzó una sonrisa y asintió.
—Esta bien...Supongo... debe ser una linda chica! Debe ser muuuy importante para ti!—
—Lo es, Katlin. Y lo será siempre.
—Bueno supongo que ya es tarde, adiós, ¿cuida a Uzi si?–
Esa ultima frase lo extraño, ¿por que Katlin se comporta así?
---Esa noche, cuando Nathan regresó a casa de Jane, se sentó en su escritorio para intentar estudiar de nuevo. Pero cada vez que se encontraba con algo que no entendía, la ansiedad volvía a apoderarse de él. Se mordía las uñas y pellizcaba sus manos, dejando marcas rojas en su piel.
Jane, que pasaba por su habitación, notó su estado y entró preocupada.
—Nathan, ¿estás bien? Pareces muy estresado.
Nathan levantó la vista, sintiéndose avergonzado.
—Es solo este examen, Jane. Quiero hacerlo bien y no puedo evitar sentirme ansioso cuando no sé algo.
Jane se sentó a su lado y le puso una mano en el hombro.
—Nathan, entiendo que quieras hacerlo bien, pero no puedes dejar que te destruya. Debes aprender a relajarte y cuidar de ti mismo. No vale la pena lastimarte por esto.
Nathan asintió, sabiendo que su hermana tenía razón.
—Lo sé, Jane. Solo necesito encontrar una manera de manejar mejor mi ansiedad.
Jane sonrió y le dio un abrazo.
—Estamos aquí para ti, Nathan. No estás solo en esto.
Nathan se sintió un poco más aliviado al escuchar las palabras de su hermana. Sabía que tenía mucho por delante, pero también sabía que con el apoyo de su familia y amigos, podría superar cualquier desafío.
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Y así, en medio de los desafíos y las confusiones, Nathan continuó explorando su nueva vida en Tokio, haciendo nuevos amigos y fortaleciendo las relaciones existentes. Aunque no siempre sabía lo que el futuro le depararía, estaba seguro de que, con el apoyo de personas como Katlin y Uzi, podría enfrentar cualquier cosa que viniera.
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Hola xikos, emm, se vienen cositas