Lo Que Nunca Tuve | Chestappen |

Capítulo 4 A

Checo sabe lo que se siente despertar en los brazos de alguien que amas, lo sabe porque ha despertado en los brazos de Carola un sinfín de veces. Sin embargo, el calor que siente ahora, acurrucado junto a Max, es diferente. Es más profundo, más sereno. Mientras el amanecer tiñe la habitación de suaves tonos dorados, Checo escucha el ritmo pausado de la respiración de Max y se da cuenta de que nunca ha sentido tanta paz como en este preciso instante.

Checo se mueve apenas, buscando acomodarse mejor, y siente el brazo de Max rodearlo instintivamente, como si incluso en sueños quisiera protegerlo.

No puede evitar sonreír, sus pensamientos fluyendo de manera libre en ese espacio de quietud. Así es como debería sentirse siempre, piensa Checo y de alguna manera eso solo lo hace sentir aun mas culpable, porque sabe que su esposa lo espera en casa junto a sus hijos, pero el esta aquí, en la cama con un hombre que lo hace sentir tan cálido y amado, pero también tan dividido. La culpa es un peso que le oprime el pecho.

En los brazos de Max, encuentra algo que nunca supo que le faltaba: una paz profunda, y a la vez, esa misma paz le recuerda que está alejándose de la vida que construyó con Carola y sus hijos, del compromiso que una vez creyó inquebrantable.

Checo cierra los ojos por un momento, como si pudiera esconderse del mundo, de las decisiones que sabe que tendrá que enfrentar. Max murmura algo en sueños, su voz suave y reconfortante, y Checo siente un nudo en la garganta. ¿Cómo llego aquí? ¿Cómo empezó a sentir estas cosas por Max? ¿Por qué?

Checo sabía que Max era atractivo, por supuesto que lo sabía, pero nunca había pensado en el como algo más, nunca se le había venido a la cabeza la idea, pero con esté nuevo Max, esta empezando a creer que tal vez, muy en el fondo albergaba esos sentimientos que no quería sacar a relucir.

Max comienza a despertar, sus ojos parpadean lentamente antes de encontrarse con los de Checo. Hay un brillo cálido en su mirada, uno que dice más de lo que las palabras podrían expresar. Max no necesita preguntar qué le pasa a Checo; parece leer cada emoción en su rostro, irónicamente, eso le asusta demasiado.

—¿Estás bien? —pregunta Max, su voz ronca por el sueño, pero llena de ternura.

Checo asiente lentamente, aunque no está del todo seguro. No puede dejar de pensar en Carola, en sus hijos, en la familia que está poniendo en riesgo. No puede dejar de pensar en lo sucio que se siente por engañar a su esposa.

Es como si su corazón estuviera dividido en dos, cada parte tirando de él en direcciones opuestas.

—No lo sé —responde finalmente Checo, su voz apenas un susurro. Los ojos de Max se suavizan, pero no dice nada. Solo lo mira, esperando. Es una de las cosas que son diferentes con esté Max: su paciencia.

Max le acaricia la mejilla con suavidad, haciendo que Checo cierre los ojos, intentando aferrarse a ese gesto simple, pero que lo hace sentir tan frágil, Checo respira hondo, buscando un respiro en medio del remolino de emociones. Max sigue ahí, mirándolo con esa mezcla de ternura y comprensión que solo él sabe ofrecer. Por un momento, Checo siente que las palabras se agolpan en su garganta, queriendo salir, queriendo confesar todo lo que lleva dentro. Pero las palabras son difíciles cuando ni siquiera él sabe cómo poner en orden lo que siente.

—Max... —empieza, pero es interrumpido por el sonido de su teléfono, así que, con todo el pesar de su corazón, se aleja del toque de Max y toma su teléfono, puede ver rápidamente que se trata de Lando llamándolo, así que responde.

Escucha la voz de Lando y al fondo lo que parece ser la voz tranquila de Oscar diciendo algo, Lando simplemente le dice que lleve a Max rápido para que pueda empezar con el simulador y simplemente termina la llamada, sin esperar algún tipo de respuesta de Checo.