XI

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N/A: Un brevísimo capítulo que he escrito porque me dio la tontera xD

Me disculpo por los errores de antemano.


*****MF*****


La amenaza de tormenta había sido latente desde que Marta salió del piso aquel sábado por la mañana y, siendo la mujer previsora que era, tomó sus precauciones. Incluso había tomado la decisión de dejar su auto, pues los ratos que pasaba con Luz y Begoña los fines de semana usualmente eran acompañados de unos cuantos tragos y cócteles. Así que, cuando el diluvio azotó Madrid, Marta ya se encontraba en la comodidad de un Uber de camino a casa.

Aunque quizás llamar comodidad al estado de ansiedad en el que se encontraba no era del todo acertado, puesto que la lluvia torrencial apenas y permitía la visibilidad a través de las ventanillas.

"Cuídate, por favor," escribió Marta en su móvil antes de enviar el mensaje a su novia.

"Esperaré a que pase la tormenta en el piso de las chicas," fue el mensaje inmediato de Fina seguido de un te amo que reconfortó a una sonriente rubia que ansiaba tener a su novia entre sus brazos.

El auto se detuvo justo frente a su edificio y, tras una cortés despedida, Marta descendió del vehículo luchando un poco con el paraguas debido a las rápidas ráfagas de viento. Exhaló con más calma cuando se encontró resguardada bajo el pórtico, donde cerró el paraguas y lo sacudió un poco con el fin de deshacerse del exceso de agua y, probablemente, ese súbito movimiento fue la causa de un mugido de descontento.

Un maullido apagado, temeroso y lastimoso fue lo que hizo que Marta mirara hacia uno de los rincones del umbral de la puerta donde, acurrucado y enrollado en sí mismo, yacía un gato negro totalmente empapado y temblando de frío. La rubia miró a su alrededor, esperando encontrar a su humano responsable, pero la calle estaba desierta debido al clima y, a juzgar por las condiciones del pequeño felino, fue sencillo concluir que el pequeño era un habitante de las calles.

Marta y el gato hicieron contacto visual y fue inevitable no sentirse contrariada al ver la fragilidad en sus grandes ojos color ámbar. Nunca se consideró como una persona amante de los animales o de la naturaleza en general, pero la vulnerable situación en la que se encontraba el gato no le permitió dejarle a su suerte. Así que se acuclilló y acercó su mano con cautela para dejar claras sus intenciones.

- Hola bonito, -saludó Marta con voz gentil y una sonrisa se dibujó en sus labios cuando el pequeño animal buscó su caricia, ronroneando cuando sus cortas uñas rascaron su cabeza-. Eres encantador.

La rubia no lo dudó más y lo tomó en brazos, importándole poco que su gabardina se humedeciera porque el gato, pequeño y desnutrido, se acurrucó contra su pecho, buscando su calor y protección. Entonces, la imagen de Fina le llegó a la mente, probablemente se sorprendería de ver al invitado merodeando por el piso pero, si una de las dos era más propensa al afecto animal, esa era su novia, quien desde niña había mostrado inclinaciones por la vida natural.

Al llegar al piso, Marta dejó al pequeño en el suelo para que se acostumbrara al clima tibio y acogedor de su hogar mientras ella se mudaba de ropa y, al volver al salón, notó con cierto pánico que el gato se había adueñado del sofá favorito de Fina, donde ya se podía ver una clara mancha de humedad en la tapicería color arena.

- No, no... primero vas a tomar un baño y luego te encontraremos un lugar para que descanses.

El gato no tuvo reparo en hacer evidente su desagrado cuando el agua tibia le cubrió el cuerpo, propinándole a Marta unos cuantos rasguños y emitiendo bufidos de descontento. La secadora tampoco fue una sensación que le complaciera a juzgar por la manera en como echaba las orejas hacia atrás y miraba a Marta con desaprobación, casi como si tuviera el ceño fruncido.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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